: | UN ENANO EN LA COMISARIA
: Soy el Investigado X, mi nombre verdadero lo reservo, por las razones que ustedes comprenderán. Escribo esta carta para que no se pierda la más terrorífica de las historias policiales que me ha tocado investigar. Fue en Catamarca en el 2.000, año del jubileo del cristianismo, creo que en el solisticio de primavera, un 21 de septiembre, si la memoria no me falla. La provincia y ciudad Catamarca, feudo de la Virgen del Valle; el lugar, la Comisaría 3ra. cita en un barrio alejado del centro. La hora, 24. Unas horas antes, en un sitio cercano, una trifulca entre cirujas borrachos alertó a la policía. Dos agentes se apersonaron con un vehículo patrullero y cuando pudieron separar al enjambre de contertulios de un boliche de mala fama, encontraron tirado en el suelo, sangrando y casi desnudo a un enano, cabezón y con los ojos inyectados, parecidos a los de un gato. Alguien deslizó que había mordido salvajemente a una prostituta y al interrogarlo aún confundido, dijo llamarse Enrique. Los agentes del orden llevaron a "Enrique" a la Comisaría, donde un jóven oficial de nombre Rodolfo y apellido Gutierrez, comenzó sobre el reñidor un interrogatorio de rutina: -Como se llama: -Belzebú. -Hombre no sea tonto, el sargento Choque me dijo que usted se llama Enrique. Ponga el nombre que quiera deslizó el detenido, casi sin ganas. De donde viene: -Del Infierno. El Oficial Gutierrez dió un golpe sobre la vieja máquina de escribir y con tono amenazante expresó: -vas a contestar bien o te morirás en un calabozo:
No puedo morir soy Satanás dijo suelto de cuerpo el enano. Los dos suboficiales presentes comenzaron a temblar y uno dijo: -Jefe, mejor llamamos al Cura, el padre Pedro. El viejito Italiano medio sordo, acotó el cabo Gomez. Señores, dijo con ironía el Oficial, ahora vengo a desayunarme que mi dotación cree en brujas, fantasmas, diablos, duendes y aparecidos. Pero si quieren está bien, -vaya Sargeto Choque y busque al Cura donde esté y traigalo rápido a la Comisaría. El curita Pietro Rocco, fraile franciscano, estaba como todas las noches durmiendo con la viuda Benavides, la que cuida la Capilla. El sargento le arrojó una piedra a la ventana, que era el santo y seña para que el varón de Dios, abandone los brazos del pecado y acuda a la parroquia. -Hijo, me imagino que debe ser algo grande para sacarme de la bendita obra de confortar a la viuda de un cristiano?. Si padre, el Oficial Gutierrez lo necesita en la Comisaría. -Ya se, dijo el Cura, -se les fue la mano otra vez y hay que dar la extrema unción a un preso moribundo? -No padre no es eso, es que hemos detenido aun sujeto que dice ser el diablo y mide menos que un metro, con una cabeza enorme. El cura se tironeó nerviosamente la chivata y dijo, jaja que noche, bueno, vamos a ver este fenómeno, por las dudas llevo la estola, la botellita de agua bendita y un crucifijo. El cura que siempre guardaba entre sus ropas un misal, se calzó sus sandalias franciscanas y partieron para la comisaría. Allí estaban el Oficial Gutierrez, el Cabo Gomez y...Satanás o el Enano Enrique, quien se reía sarcásticamente casi sin parar. El cura dijo: Muchacho pórtate bien, no seas irrespetuoso, quien eres?. -Ya lo dije viejo, mirándolo fijamente al cura, soy un enviado de satán y les prevengo que de quedar preso, mi amo vendrá y los llevará a todos a su morada en los infiernos, desde donde nunca saldrán. Un hielo traspasó las almas de los policías; y el cura sin pensarlo mucho, arrojó agua bendita al enano y mostrándole la cruz le dijo -"vade retro satanás", vete a tus infiernos y deja tranquilos a estos cristianos..El enano lanzó un expeluznante grito de horror como si el agua le quemara la piel y tratando de librarse de las esposas, pateaba todo lo que encontraba a su paso, hasta que dió un salto y sólo, entró en un calabozo, que fue cerrado inmediatamente por los aterrorizados testigos de la habilidad del enano. Esa noche el infierno se desató sobre la comisaría, la que fue literalmente destruída a piedrazos por misteriosas piedras que impactaban en los cristales de las ventanas desde ninguna parte. Un misterioso incendio completó la diabólica obra. De la comisaría, al día siguiente no quedó nada. El Oficial Gutierrez y los policías Gomez y Choque, fueron hospitalizados. Del Cura y el enano no quedaron rastros, simplemente se volatizaron. Dicen los parroquianos de Catamarca, que aún hoy sus almas rondan la nueva comisaría, tironéndo uno al otro, para ir cada uno, al cielo o al infierno.- |
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