El solo escuchar ese nombre, puso en silencio los interminables murmullos. En el pasado ese nombre había provocado terror. Al ser la mano derecha del emperador era de esperarse que fuera fuerte. Era una lástima que tal fuerza se viera utilizada para crear caos y matar a tantos semejantes. La Sombra Carmesí era un sobrenombre conocido por ser alguien de sangre fría que sin piedad llevaba a cabo las órdenes. Sin distinción de sus víctimas las acababa al momento. Aunque ya era una leyenda pasada pues ante una repentina desaparición se dio por muerto a manos del emperador.
Sentimientos encontrados se dieron lugar en la carpa de reuniones. Resoluciones estaban tomando forma en los corazones de cada uno de los asistentes, y probables finales tormentosos se podrían dar lugar. Antes de los pensamientos se transformaran en palabras hirientes, Lyon habló para conciliarlos.
-Es cierto que cometió muchos crímenes pero ¿acaso no ya pagó por ellos con su muerte? Además ahora es un aliado no un enemigo, se los ha demostrado durante mucho tiempo. Ustedes lo han visto, las numerosas veces que nos ha salvado. Reconsidérenlo. Júzguenlo por su presente y no por las sombras de su pasado.
-Lyon ¿tú ya lo sabías?-preguntó el anciano.
-Claro, precisamente por sus pensamientos fue por lo que lo callamos… yo lo medité y lo juzgué por sus acciones presentes, nadie es perfecto y el pasado de cada quién no nos debe de interesar, solo su presente. Además de que es nuestra pequeña oportunidad de derrotar al emperador. Solo él tiene la oportunidad de enfrentarlo.
-Déjalo, Lyon. Pueden creer lo que quieran. Solo quiero que recuerden el motivo por el cual se unieron a este movimiento. Permítanme luchar a su lado hasta que derroquemos al emperador. Después si así lo quieren, pueden ir por mi cabeza, con gusto se las ofrezco.-mencionó de forma diplomática Drack, ahora ya conocido como Ian.
-Lyon, tú has sido un gran pilar de apoyo aparte de Drack. Únicamente porque estás a su lado y porque estar bajo el mando del emperador es peor, seguiremos con la batalla. Pero no le perdonaremos fácilmente sus crímenes.-habló el anciano en nombre de todos.
Nadie dijo nada más y se retiraron. Había sido demasiada información que asimilar.
Consultar el siguiente paso a tomar con la almohada parecía lo ideal. Nada más se podía hacer, una vez revelada la identidad de Drack, solo se podía esperar a la reacción que los demás tomarían para poder continuar con la batalla o desaparecer otra vez en las sombras.
Drack, o más bien dicho, Ian se dirigió al bosque para meditar a solas, la noche parecía atenuar las cicatrices de su tormentoso pasado. Ivy retomó la forma de gato y se quedó en la entrada de la tienda de Ian haciendo guardia. Lyon por otro lado se quedó en la tienda de la reunión, no podía avanzar a menos que los demás estuvieran dispuestos a hacerlo.
El amanecer tardó más de lo acostumbrado, o al menos así lo sintieron los líderes de los grupos en el campamento rebelde. Los tenues rayos de sol matutinos ahuyentaban la noche llena de dudas y se disponían a brillar con mayor claridad para guiar a los valientes guerreros a una decisión favorable para todos.
Uno a uno se fueron reuniendo en el centro del lugar. Ya todos los habitantes habían sido informados de lo ocurrido la pasada noche. Los murmullos se fueron acrecentando conforme iban llegando. Era obvio que la aceptación no sería fácil pero quizá con un poco de esfuerzo se podría lograr algo. Lyon los escuchó lejanamente y con un poco de intranquilidad fue hacia allá. En el camino se encontró con Ivy, la sostuvo en sus brazos y fueron a donde la multitud los estaba esperando.
Solo faltaba alguien. Ian. A paso lento, pero firme fue abriendo plaza hasta llegar al lado de Lyon. No hacía falta preguntar nada, la respuesta de todos saltaba a la vista. Eran buenos hombres en los que confió Ian, era su turno para confiar en él. Porque lo vieron luchar incansablemente por ellos, curando sus heridas, dándoles un lugar dónde vivir y un poco de pan para llenar sus estómagos.
Sin importar su pasado, era claro que él hacía lo imposible para remediarlo. Por ello cada rostro parecía decir:
¡Estamos contigo!
Incluso si solo fuera temporal, con eso bastaba para continuar. Muchos brazos fueron puestos sobre los hombros de Ian, un rostro determinado con un poco de rencor guardado en el corazón, le asentían, aprobándolo.
Ahora era turno de Ian para que el compromiso de la victoria estuviera listo. Se giró hacia donde se encontraba Ivy, dándole el consentimiento necesario.
Una nueva reunión se dio a lugar al mediodía. La estrategia era formada, una chispa de esperanza daba lugar a la visión ideal de cada uno. Las piezas estaban listas y con el tiempo se acomodarían a su favor.
El sol se ocultaba una vez más, un día se restaba de la cuenta para el día de la batalla. Ivy, en su forma gatuna, se acercó a donde se encontraba Ian. Meneó la cabeza en señal de que lo siguiera. Ian al instante lo entendió y fue tras ella.
Salieron del campamento, adentrándose en el bosque. Con gran agilidad, Ivy esquivaba los obstáculos de su camino, Ian se esforzaba por seguirle el paso. Debieron alejarse un par de kilómetros antes de que Ivy se detuviera frente a una cascada. Una altura de cinco metros al menos con destino a una pequeña laguna de agua cristalina, toda bordeada de gruesos árboles que la escondían.
Ian se quedó admirando el paisaje preguntándose por qué lo había llevado a ese lugar. Ivy se apresuró a llegar a una cueva que se encontraba detrás de la cortina de agua. Ian corrió para no perderle el rastro.
Adentro estaba oscuro, la tenue luz de la luna menguante apenas se colaba entre el agua. Era una cueva poco profunda, más parecía un nicho, cuya entrada se mantenía llena de agua, y la parte del fondo poseía rocas se alzaban en la superficie. Arriba de ellas se encontraba Ivy, mirándolo.
-¿Qué hacemos aquí?-preguntó Ian finalmente.
-Es para prepararte.-contestó sorpresivamente Ivy que aún tenía su forma animal.
-Creí que en esa forma no podías hablar.
-De la cantidad de poder que me diste, guardé un poco para comunicarme estando así. La forma de dos piernas consume mucho del poder que me das, no quiero que lo desperdicies.
-Yo no lo considero un desperdicio.
-Dejemos eso de lado… Mantente en el agua, empezaremos. Quiero que probemos la acústica de este lugar. Cierra los ojos e intenta concentrarte en todos los sonidos de aquí.
Ian comprendía que era su turno de prepararse adecuadamente para pelear contra Iván, el emperador. Aunque no entendía muy bien la finalidad de este inusual entrenamiento. Él se imaginaba muchas flexiones y largas carreras de resistencia.
Concentrarse en cada uno de los sonidos entre el ruido del agua era difícil. Callarlos y solo mantenerse en uno único sonido requirió más tiempo del que pudo estimar Ivy. Pasaron al menos tres noches visitando la cueva para que Ian lo lograra.
Conforme iba avanzando, las pruebas que ponía Ivy eran más complicadas. Al final, le pidió que se concentrara en los latidos de su corazón. Estando distanciados parecía una hazaña imposible. Sin embargo Ian no se daba por vencido. La cuarta noche, Ian dentro del agua, cerró sus ojos para concentrar su oído, agudizándolo hasta el punto de percibir un leve golpeteo. Era el corazón de Ivy latiendo.
-Puedo escucharlo, es leve pero sin duda son tus latidos.-clamó con alegría Ian.
-Bien hecho. Es momento de continuar para pasar a la fase dos.-dijo Ivy enfocada en su misión.
-¿Qué sigue?
-Quiero que pongas en ese latido… ¿Qué es lo que dice?
-¿A qué te refieres?
-Concéntrate. Y dime qué es lo que dice.
Ian dejó de preguntar e intentó lo que su amiga le decía. Aunque ¿qué podría decir un corazón? Ian solo escuchaba un incesante tum-tum. No eran palabras. Volvió a cerrar sus ojos temiendo dejar de percibirlo. Apagó todos los sonidos exteriores y solo se enfocó en ese leve sonido pudo darse cuenta de que si decía algo.
-Dice, mi nombre. Está llamándome.-mencionó sin abrir los ojos para no interrumpir su concentración.
-Entonces respóndele.-dijo Ivy con calma.
De pronto una imagen en la mente de Ian se formó. Era una especie de laguna llena de luz, en la cual se sumergía a contra de su voluntad. Sintió como si se ahogara y no pudiera salir. Luchaba por mantenerse a flote pero era inútil. Una rosa blanca sobre la superficie lo hizo detenerse. Una enorme raíz con espinas lo asistió y alzó sus brazos para tomar la rosa. Eso logro sacarlo de la laguna. Y ahora la pregunta era cómo regresar. El cielo que tenía encima era verde y desconocido, sin embargo la voz de Ivy provenía de ahí, debía de alcanzarla. Sin saber qué hacer, recordó las palabras de Ivy "Respóndele". Llenó sus pulmones de aire y gritó: ¡Aquí estoy, Ivy!
Una sensación de movimiento acelerado abordó el cuerpo de Ian. Sintió que se elevaba a lo más alto sin poder detenerse. Justo cuando creyó llegar a la cima, una sensación cálida se produjo en su espalda y el movimiento se detuvo. Abrió lentamente los ojos para hallarse de nueva cuenta en la cueva, dentro del agua como al principio. No podía responder pues su respiración se había agitado. Entonces descubrió un par de delicadas manos cruzaban su pecho, encerrándolo en un abrazo. Después de eso, se desmayó.
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El pasado de cada quién sólo debe importar a cada quién. Bajo ningún punto de vista, razón ni circunstancia puede llegar a ser burlado y menos que menos intolerado o juzgado por alguien.
ResponderBorrarCuando uno "compra algo" es como el combo de Mc Donald´s..."si te gusta la carne o tenés al menos en el extranjero, añoranza de una costeleta o un asado, te comés una hamburguesa. Y aunque en el combo vengan "pepinillos" agridulces, tenés dos opciones: o te los comés o los tirás a la basura. A lo cual, "obviamente" alguien también y a su tiempo, lo comerá...