Cuento: |
El obeso y nauseabundo Marco se detuvo un segundo, se contuvo y disparó, disparó y corrió a creerse a salvo, el sudor se resbalaba por sus cejas y se disipaba en el aire, su destino final. El gordo comprendió su misión y corría sudado, triste, melancólico, no sentía el calor, calor, calor, muérase, rápido, corro, corro, azul, verde, gris, rojo, siempre termina en rojo, encarnado.
El sur, corriendo, lejano, lejano corría hacia el sur mientras oyó el rugir de un motor flamante y ruidoso, su final, el destino, en el aire, donde se disipa el sudor, detente ya, vaga certeza, detente que te mato, te disparo, te disparo gordo cabrón.
Se detuvo, se revolcó en el piso, en el suelo, en su miseria, en su agonía, se arrojó al suelo con las manos en la cabeza y le dieron un final veloz, sin sufrir, calor, calor, muérase, rápido, corrió, corrió, azul, verde, gris, rojo, siempre termina en rojo, gordo cabrón.
Se devolvieron, Laura, en el piso, revolcada, sudor de Marco se le resbalaba mientras su sien desprendía sangre ruin y ligera, nos mataron a Laura, gordo cabrón, muerto, el gordo se murió, pero nos mataron a Laurita, bella mujer, su legado, sus pinceladas, pinceladas finales de dolor, un dolor rojo encarnado, gordo cabrón, ¿Cómo pudo hacerle esto a Laurita? Nuestra Laurita, se nos volvió personal, a cuidarnos, a cuidarnos rápido más bien, qué calor hace, gordo cabrón. Ese día el arte empezó a morir, qué calor hace.
Nuestro mal, más que nuestro, el gordo corrió pero lo alcanzamos, se nos llevó a Laurita pero pagó al instante, cinco minutos, nos tomó llegar, si tan solo hubiera gritado más fuerte, subimos y ya abajo era tarde, era tarde para mantenerla en vida, sofocar su encanto, lo sofocaron muy rápido, era bella, pintaba hermoso, gordo cabrón.
El gordo sabía la misión, misión que sabía el gordo, matarla, matarla ruin, matarla canalla, nos sabemos defender, mundo, empiecen a suplicar al altísimo que nos callemos, jamás, jamás. Nos sabemos defender, y nos tienen rabones, Laurita, nuestra Laurita, nada más que nuestra, sólo risas era ella, no era más que eso, como Carlos, diente, diente, diente, en pena y agonía, con su disfraz sonriente, pena y agonía, cantaban, gozaban de la vida, y su legado, invaluable, diente, diente y la boca abierta, como todos nosotros, empiecen a suplicar al altísimo que nos callemos, jamás, jamás, gordo cabrón.
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https://www.youtube.com/watch?v=DTBKU2-V7lQ
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