: Recuerdo de un Idilio Carmesí entre Dos Dragones PARTE VI

Nombre*:ROXY TRECE
Género*:Romántico
Título*:Recuerdo de un Idilio Carmesí entre Dos Dragones PARTE VI
Cuento:

A la mañana siguiente Ivy desapareció. Nadie sabía por qué, más sin en cambio no se preocuparon tanto pues ella acostumbraba a salir en su forma felina a vagar por los alrededores.
Cuando tuviera hambre volvería, se repetían aquellos que se volvían cercanos a ella. Un par de días más siguieron y Ivy seguía sin verse. Lyon preocupado fue con Ian para averiguar qué había pasado.
-¿Sabes dónde está Ivy? Hace días que no aparece.
-No.-dijo cortantemente.-Quizá solo fue por ahí.
-No te preocupa donde se haya metido.
-Sabe defenderse, ya no necesita que la cuiden.
-¿Qué sucede contigo? Desde que te conocí, no hubo un solo día en el que no la buscaras. Sin importar los lugares o las inclemencias del tiempo, te dedicaste a buscarla sin descanso y ahora que finalmente la tienes a tu lado, sana y salva, deja de tener importancia para ti.
-Eso no es cierto.
-Acaso fue mi imaginación cuando te veía rondar las calles levantando gatos al azar buscándola. O que dejabas de dormir, preocupado por lo que le pudo haber pasado. Quizás el verte con la cara relajada después de mucho tiempo cuando por fin la hallaste fueron solo suposiciones mías… Admítelo Ian, estabas más que desesperado por tenerla aquí que ni siquiera te importaba tu salud.
-En estos momentos ella me odia. Así que es normal que quiera estar lejos de mí. No pude corresponder sus sentimientos.
-¿Lo vas a dejar así? ¿Dejando que todo tu esfuerzo haya sido en vano? No estarás engañándote y tratando de negar lo que en verdad sientes. ¿Por qué otra razón harías todas esas cosas por ella?
-No es tan simple. Para mí ella siempre fue la prometida de mi mejor amigo, alguien a quien tenía prohibido amar. La convirtieron en una hermana pequeña a la que debía defender de cualquier peligro. No puedo verla como otra cosa.
-Incluso si así fuera cierto, deberías considerar que las circunstancias ya no son como antes. Ella ya no es la princesa y tú tampoco eres su caballero. Ella dejó de ser la Ivy que conocías y tú, tal como lo dijiste, el Ian del castillo murió y renaciste como Drack. ¿Acaso Drack no se permitiría llegar a tener sentimientos por alguien como Ivy?-preguntó Lyon antes de marcharse.
Las palabras dejaron pensativo a Ian. Entre más lo razonaba más confundido se sentía. ¿Tendría la capacidad de romper los principios con los que fue criado? ¿Y si eso pasara que ocurriría después?
Cinco días más tarde, una sombra se acercó al campamento como el sol que se asomaba en el firmamento. Ian y Lyon lo identificaron inmediatamente por su aroma. Ivy había regresado. Varios de los habitantes se levantaron para recibirla.
Ian mantuvo su distancia, al verla sin heridas regresó a su tienda sin presentarse ante ella. Así que Lyon, en su lugar, fue a la tienda de Ivy.
-¿Dónde te habías metido?
-Fui a reunir información.
-Creí que… bueno, estuve hablando con Ian y… pensé que tal vez…
-¿Que ya no volvería? No. Ya no soy una pequeña que huye por eso.
-¿Entonces?
-Me llegó información y salí a confirmarla. Aunque debo admitir que salir me ayudo a pensar objetivamente otra vez. Nunca dejaría la causa por cosas tan triviales como esas. Después de todo ya conocía los sentimientos de Ian. Era ilógico pensar que cambiaría tan fácilmente.
-Esperaba a encontrar a alguien deprimido y con el corazón roto, que necesitaba un poco de consuelo.
-Mentiría si te dijera que estoy bien, pero te aseguro que puedo manejarlo. Sabía con exactitud las palabras que diría cuando me confesara, solo que al escucharlas de su boca me tomaron con la guardia baja. No te preocupes, estaré bien.
-¿Estás segura?
-Sí. Danos algo de tiempo y volveremos a como antes.
-Y ¿Qué información lograste confirmar?
-A mi familia le fue retirado su título noble.
-¿Por qué?
-Al parecer no cubrimos las expectativas del emperador y decidió que ya no eran éramos de utilidad.
-Porque no cumpliste con tu parte del trato y nunca le entregaste poder. Pero que no por eso se casó con tu hermana, Abba Duaset Rua Doufreman, entonces no tendría por qué haber problema, ¿o me equivoco?
-Ciertamente, excepto que mi hermana tampoco le entregó ese poder. Supongo que también le contó la misma mentira que yo.
-¿Por qué haría eso ella? Tú lo conocías de tiempo y tenías razones para no hacerlo, pero ella…
-Aunque Abba lo hubiese querido no podía. Incluso si la hubieran obligado con el derecho divino no habría funcionado. Mi hermana le entregó ese poder a un humano al que amaba. Él estaba enfermo y era la única forma de salvarlo. Mantuvo el secreto a mis padres, solo yo lo sé.
-Vaya tú y tu hermana se parecen mucho. Ninguna de las dos fue capaz de ceder su poder.
-No por nada somos gemelas.
-Aunque no entiendo, si el emperador nunca obtuvo el poder de ninguna de las dos, ¿cómo fue que alcanzó la transformación de God Dragon?
-Es algo que yo también me preguntó. Sin embargo, estamos hablando de Iván, para él no había imposibles.
-¿Quieres que vayamos a buscar a tu hermana?
-No, sería muy riesgoso. Sé que está bien, en algún lugar. Es uno de esos extraños lazos que solo sienten los gemelos.
Un día más terminó. Una noche más que Ian pasó en vela. Una noche en la que Ivy debía prepararse para lo que continuaría. Lyon por otra parte, intentaba comprender la complicada vida que tenían los dos dragones nobles con los que convivía. Al menos eso le distraía un poco de la cercanía de su destino.
Era mediodía y el calor se apoderaba de la tierra. En un campo abierto estaba Ian, meditando. Tenía que poner en orden sus pensamientos o su nuevo poder lo dominaría. Fue entonces cuando el peso una mirada lo distrajo. Era Ivy quien lo miraba a la distancia. Ella había decidido continuar con su rutina de supervisar su entrenamiento. Él la miró y con una seña le indicó que se acercara.
-¿Qué haces ahí?
-Te superviso. Has aumentado tu masa muscular, lo que es bueno. ¿Por qué no intentas la transformación en dragón?
Ian aceptó a la petición. Habían vuelto a antes de su última incómoda conversación que dejó mal sabor en ambos.
La transformación empezó. Una deformación del cuerpo con dos piernas por uno más grande y lleno de escamas. Sin embargo, cerca del final, algo le ocurrió a Ian que hizo que perdiera el control, volviéndose inestable y destruyendo todo a su paso. Lyon y los demás se unieron para poder detenerlo, resultando heridos sin lograrlo. Ivy intrépidamente subió a él, entre jaleos y movimientos bruscos, ella golpeo fuertemente detrás de su cabeza, obligándolo a volver a su forma original.
El lugar se volvió un desastre y los heridos fueron atendidos. Ian aun no podía controlar su nuevo poder. Algo no estaba saliendo bien, al menos no como lo había planeado Ivy. Estaba casi segura que con tanto entrenamiento, Ian sería capaz de avanzar a la transformación de God Dragon, al igual que Iván.
Como si los problemas no dejaran de llegar, llegaron noticias confirmadas de que el ejército real había atacado varias aldeas de híbridos. Su plan de exterminio ya había dado marcha antes de lo previsto.
El ejército rebelde estaba preparado para una situación así. Contaban con las suficientes armas para pelar. Sin embargo de nada serviría con el poder que tenía el emperador. Con un movimiento los derrotaría. Ian era la única esperanza para ello pero al verlo perder el control, sin completar la transformación, se vieron completamente derrotados. Temieron porque su último rayo de esperanza desaparecía junto con su deseo de supervivencia.
Ian cayó en cuenta del muro al cual no podía escalar. Un muro que Iván imponía con su poder mirando inferior a cualquiera que intentara enfrentarlo. Había fallado a los que creyeron en él. Se encerró en su tienda dejándose consumir por la desesperación.
-Te estás dando por vencido antes de pelear siquiera.-una voz provenía de la entrada de su tienda. Ivy regresaba a él desde su fallida transformación.
-Dijiste que con esto podíamos tener una oportunidad contra Iván. No era cierto ¿verdad? Solo unas palabras de lástima que nos arrojaste para no vernos derrumbarnos.
-Eso no es cierto. Yo les daría poder, de ti dependería si lo lograbas o no.
-¡Mentira! Sabías que era una causa perdida y solo nos animaste a morir.
-Si te rindes antes de intentarlo siquiera significa que te juzgue mal. Creí que siendo tú, quien carga con la voluntad de todos, podrías poner en su lugar a Iván. Tu noble corazón se ve cegado por el pesimismo. Nunca determines el resultado de una pelea con solo ver a los oponentes.
-Solo nos llenaste de falsas esperanzas. Pudimos aprovechar este tiempo para pensar en un plan alternativo. Ocultarnos, huir a donde Iván no nos pudiera encontrar. Ahora ya es demasiado tarde. Iván ya se prepara para salir de la tierra de dragones en cualquier momento.
-¿Iván planea atacar? Eso no lo sabía. Pasó antes de lo que había contemplado… Entonces este no es momento de estarse lamentando por algo que no ha ocurrido. Huir y esconderse solo retrasará algo que ya es inevitable, lo único que queda es alistarse y hacerle frente.
-¿Para qué? Es inútil. Esperar y morir, o pelear y morir. No importa cual escoja, el resultado es el mismo.
-Si esperas, tu único resultado efectivamente será la muerte, pero si te levantas y peleas quizá lo cambies. Aunque sea mínima la posibilidad de ganar, debes de apostar todo por ella.
-¿Por qué insistes tanto?
-Porque no me gusta verte así de derrotado. No, cuando siempre te vi como un héroe que arriesgaba su vida por el bienestar de los demás. Viéndote aquí liderabas a todos, me diste fuerza para luchar por algo en lo que ya me había rendido. Me arriesgué entregándote mi poder, aunque eso significara mi muerte.
-¿Tu muerte?
-Es una regla de mi familia. Solo lo puedo entregar a quien amo. De lo contrario, me autodestruye. Incluso si no lo hago, mi destino no cambia. Ya me había resignado a retenerlo conmigo y esperar la muerte.
-¿Por qué?
-Porque solo los amantes son capaces de escuchar el corazón de su compañero. Si lo fuerzas destruye al huésped… Por eso no se lo di a Iván, él no me escuchaba... Contigo me arriesgué por ti. Inventé una forma en que me pudieras escuchar... Por favor, dime que no lo hice en vano.
-Por qué no me lo dijiste antes…
-Te prometí que lo haría cuando terminaras tu entrenamiento. ¿Recuerdas? Aunque eso ya no importa, debes prepararte para salir. Motivar a todos para no rendirse. Enfrentar a Iván y detenerlo.
Las palabras de Ivy quedaron flotando en el aire sin recibir respuesta. Ella dio el empujón que necesitaba Ian pero él se negó a escalar el muro que lo cegaba. No podía entender cómo fue a caer en tal desesperación. Aunque ella ya no podía hacer nada más que esperar a que él decidiera levantarse.
Le dio un último abrazo y salió para encontrarse con Lyon. En el tiempo que había pasado en el campamento se había convertido en su mayor confidente. Le llevó un par de secretos más, junto con un par de instrucciones y contramedidas antes de partir.
-¿A dónde vas?-preguntó Lyon.
-A encontrarme con mi destino.-fueron su frase de despedida.
Dio la espalda adentrándose en el bosque mientras todos se preparaban para dejar el campamento hacia un lugar más alejado y seguro. Los guerreros del ejército rebelde se reunieron desconcertados frente a la tienda de Ian, esperando a la última orden de su líder. Huir y depender de la suerte para vivir o pelear y morir.

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