: Desesperada


Nombre*:Corina
Género*:Terror
Título*:Desesperada
Cuento:
-Sola, estas sola, una voz gritaba dentro de mi cabeza. Me quería despertar pero no podía, solo podía oír la voz que gritaba dentro de mi cabeza, solo había obscuridad y el grito. De repente la voz aumento su volumen hasta que sentía que me dolían los tímpanos, y sobresaltada al fin me desperté.
Esto me pasaba desde hacia seis meses, cuando recupere el conocimiento en aquel dichoso hospital sola y con una herida en la cabeza. Desde ese dia no me acuerdo de mi nombre ni de si estoy sola en la vida o no. Todos los días tengo que salir en busca de alimentos y ropa y encontrar una casa diferente en la que refugiarme. Todos los atardeceres sintonizo la radio en busca de algún superviviente pero solo se oye el ruido de estática. Estoy harta de esta vida, muchas veces intente ponerle fin pero no tuve suficientes agallas. Solo estoy yo sola con esos engendros que solo se alimentan de carne y van deambulando sin dirección alguna. Ahora ya esta amaneciendo, tengo que darme prisa y salir antes de que lleguen. Miro por la ventana y solo veo a uno, ese será pan comido. Cojo mi espada, elegí éste arma porque es fácil de utilizar y al no hacer ruido no atrae a los engendros, abro la puerta de la habitación que fue testigo de mis atormentados sueños. Bajo las escaleras y voy hacia la puerta de salida cuando detrás de la escalera oigo unos sollozos, desenfundo la espada y voy a mirar que ser pudo haber producido esos lloros. Cuando me acerco veo a una niña de unos cuatro años lloriqueando débilmente y con una mordedura en su pequeña pierna, yo se que significan esas mordeduras, si los engendros te muerden no tienes oportunidad de vivir, te conviertes en uno de ellos. Miro hacia sus ojos y me recuerdan a mí, y de hecho la niña se parece a mí, pero rápidamente pienso y me doy cuenta de que no puede ser, así que decido ahorrarle la agonía. La niña, mientras lo hago, me intenta decir algo que empieza con eme, pero ya es demasiado tarde para acabar la palabra porque la niña ya no sufre, la he matado.
Con lágrimas de tristeza me dirijo hacia la salida cuando sin querer a mi derecha, donde está el espejo veo una foto de la niña con un hombre, seguramente su padre, y una mujer, perpleja me doy cuenta de que la mujer soy yo y que la niña y el hombre son mi hija y mi marido. De repente un sentimiento de culpa me invade, cojo la foto y me propongo ir en busca de mi marido.
Quiero desahogarme así que decido salir fuera a rematar al engendro. Mientras me acerco desenfundo la espada y le corto la cabeza. En el horizonte es sol ya está arriba y observo que las hordas se acercan, me tengo que dar prisa si quiero salir ilesa.
Entro otra vez en la casa para coger mi bolso cuando al pasar por donde el espejo me tropiezo y veo que en el suelo hay una trampilla, la abro y allí observo que hay un hombre tumbado en el suelo, no sé si esta muerto o solo esta desmayado así que bajo y le compruebo el pulso y gracias a Dios me doy cuenta de que esta vivo y no tiene ninguna mordedura. Después de un rato tratando de sacarle de aquel dichoso agujero por fin lo consigo y me doy cuenta de que aquel hombre es mi marido.
Alcance el bolso y cogí la botella de agua y intente darle pero sin resultado así que decidí mojarle la cara con agua para que se despierte. Después de un rato al fin abrió los ojos y asustado se queda mirando detrás mía, antes de poder hacer algo mi marido me tira al suelo y se pone delante mía para que el engendro que oigo rugir detrás de mi no me muerda, y así la ultima persona en la que había puesto empeño en salvarla me salva a mi dando su vida para protegerme.
Después de conseguir rematar al engendro cojo mi bolso y con los ojos irritados por culpa de las lagrimas me despido de mi familia de y la casa que antes vivía felizmente. Ahora otra vez estoy sola y desesperada, ahora tengo que ser fuerte y seguir mi camino…
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