Cuento: |
Nunca el sol había azotado con tal inclemencia los cristales polares de la tierra, los osos blancos enloquecían de placer tras la luz brindada sobre el océano convertido y se extinguían tan satisfechos que sus colmillos dibujaban una sonrisa timorata y hermosa. Un cazador y único sobreviviente de una tribu de lobos tramperos, también pereciendo al calor pero con menor alegría observaba el apogeo de tan satírico paisaje e invadido de nostalgia y resentimiento fijo su mirada al cielo y gritó: "¡déjame ciego pues no soporto ver esto, nací con mi cuero teñido de sangre y teñido de sangre debe morir el oso, debo morir yo y cualquier otro ser valiente!" luego de unos segundos de perturbador silencio bajó su mirada y tal y como lo había implorado sus ojos no vieron más, aturdido y con vacilación tomó su mochila y con intacta remembranza regresó a su bote, echó el cadáver de un cachorro de oso polar en él y acto seguido arribó, desató la nave, tomó los remos y al tiempo de su primera brazada aulló con vehemencia.
Ya en mar abierto el cazador deliraba, el sol casi había quemado su cabello y su piel se retorcía desde la nuca hasta la cadera, sus brazos simplemente respondían al oleaje pues sus manos estaban prácticamente fundidas en los remos, en un momento de extraña lucidez y harto del vacío que en sí producía el calor buscó en su mochila el más agudo cuchillo y empezó a cercenar el cuerpo de la cría que llevaba consigo, al concluir su sangrienta faena volvió a fijar su rostro al cielo y en tono de burla gritó: "¡¿ahora puedes devolverme la vista? si, la vista, para ver el tibio y burbujeante líquido que emana esta valiente criatura!" tras ahora un plácido silencio volvió su faz al horizonte y entre la nebulosidad reapareció su mirada, más impecable que nunca, desconcertado observó que el semblante del plantígrado seguía siendo tan agradable como en el momento de su deceso y lleno de resignación desmayó.
Luego del inconsciente naufragio su barca golpeó la orilla de una región extraña sin embargo no fue el impacto quien despertó al cazador sino un joven de alma penitente que deambulaba aquel reborde con anhelo de ser devorado, extrañado con el cráneo de un animal que jamás había visto y el cuerpo casi calcinado del náufrago se acercó meticuloso, tomó la mochila, la sesera y un cuchillo ensangrentado con el que corto la mejilla del hombre esperando respuesta de este, de ipso facto la obtuvo pues el moribundo gritó: "¡gracias maldita alma precipitada, no pudiste haberme despertado de mejor modo!" el joven confundido respondió: "¡lo siento mucho señor, por su estado lo creí muerto, realmente no quería lastimarlo !" el cazador sonrío y mirándole fijamente a los ojos le dijo: "ahora que mi mochila es tuya busca en ella una pluma, un trozo de papel y escribe con la mejor caligrafía que recuerdes lo que voy a dictarte" más intranquilo que nunca y después de haber vaciado la mochila el joven halló lo encomendado y con voz entrecortada dijo: "ya está señor… es decir he encontrado la pluma y el papel y … estoy a disposición de sus palabras" después de una circunspección casi acordada entre ambos el cazador con voz idílica decretó:
"sepulten sus pies en la tierra
y su mirada también fijen en ella
pues si al sol han temido este día inclemente
la quietud de la luna lacerará sus mentes"
Admirado el joven escribió al pie de la letra lo pronunciado por el hombre e imprudentemente preguntó: "¿ya? Quiero decir ¿es todo lo que ha querido que yo escriba? " A lo que el herido cazador con otra pregunta respondió: "¿te parece poco?" entonces el joven apenado bajó su mirada y las lágrimas brotaron de sus ojos, "ahora que lo has entendido date prisa que llega la noche, entrega ese papel al más parlanchín pregonero que conozcas y regresa pues sé que deseas marcharte conmigo, lo he visto en tus ojos, yo estaré esperándote aquí, con vida, lo prometo" exclamó el lobero. El muchacho secó su rostro y emprendió veloz curso en busca del hombre que divulgara la exhortación, con tal suerte que fue dicho personaje a quién se topó primero, "Oh que afortunado soy y usted también" exclamó el muchacho, "No entiendo lo que dices niño" contestó el pregonero, "¡Sí!, mire usted, tome este papel y haga llegar el mensaje escrito en el a todos los habitantes de esta población, un gran hombre agonizante ha querido que así sea, ¡ah, pero deben saberlo todos antes de que caiga la noche " con efervescencia explicó el muchacho, el pregonero arrebató bruscamente el papel de las manos del joven y se dispuso a leerlo mientras se dibujaba una sonrisa irónica en su rostro, "parece no haber entendido ¿verdad?" preguntó el muchacho, "por supuesto que lo he entendido, a diferencia tuya a mí me da gusto, ahora mismo correré la voz" respondió el pregonero y se marchó.
Caía la noche y el joven asomaba en la lejanía, regresaba con prisa a la nave, al cazador quién con tono esperanzado preguntó: "¿Has hecho lo que te pedí?", "Sí, lo he hecho, pero presiento que no servirá de nada" contesto el muchacho, "aún no hemos terminado niño, toma el cráneo y arriba mi bote, nuestra labor tiene final muy lejos de aquí" con una sonrisa tímida aclaró el hombre, turbado el chico tomó el cráneo, impulsó la nave al mar y subió a ella, "¿a dónde nos dirigimos?" preguntó el joven y el cazador con otra pregunta contestó "¿alguna vez has visto el lugar donde nace la luna?, sé que no, no te molestes en contestarme , vamos a ese lugar , el cráneo que está a tu costado viene de allí, como esta sangre que me cubre el cuerpo, ¿sabes? Todo debería venir de allí", el muchacho y el cazador guardaron silencio y empezaron a remar. Un par de horas más tarde, ya con la luna como única dueña del firmamento el uno y el otro deliraban, tanto así que remaban al mismo costado del bote, lo que hizo que este navegara en círculos y formara un gran espiral en el mar, tan grande que contagió al satélite reinante , "Ya está niño, ahora morirás sereno" exclamó el cazador regresando de su letargo, enseguida tomó el cuchillo e hirió al muchacho en el abdomen quién sonriendo le preguntó: "este si es el final ¿verdad?", "lo es valiente amigo, lo es" respondió el asesino hiriendo de muerte también su cuerpo.
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