Cuento: |
La tía de Daniel no tenía hijos y había enviudado hacía tres meses. Por muchos años su hijo fue su inmaduro marido al que adoraba y pellizcaba sus fuertes brazos continuamente. La Tía vivía en Bella Vista, en un chalet bonito. Un día el marido se sintió mal y murió de un infarto a los 50 y pico, la Tía se quedó sola y triste. Daniel era su sobrino preferido, hija de una hermana mayor, tenía 18 años y lo veía poco. Esa parte de la familia vivía en Rosario. Una tarde de primavera Daniel tocó el timbre del chalet la tía lo atendió amablemente y con un interrogante en el rostro. ¿que venía a hacer Daniel a Bella Vista. Tomando mate se enteró de todo. Daniel venía a rendir examen al Colegio Militar en Palomar. En esa época, me contó Daniel el otro día en un bar donde ambos nos enfrascamos en partidas de ajedrez, la carrera militar daba ascenso social. Daniel le pidió a la tía que se llamaba Mabel y le decían Mabi, que lo aloje dos meses hasta los exámenes que le iban a tomar en el mes de diciembre, estaban en Octubre y los malvones florecían en el jardín de la tía. A las pocas semanas una tarde de lluvia, Daniel llegó más temprano, la tía le pidió sin salir de su habitación que preparara mate, Daniel llevó el mate en una bandeja bonita, la tía estaba con un viso clarito y se le veía el corpiño blanco, a trasluz se insinuaba una bombacha rematada en puntillas. Esa tarde la tía estaba mimosa y como hacía con el difunto marido, comenz a pellizcar los brazos de Daniel y cuando éste se dio cuenta la tía le estaba acercando lentamente su boca a la boca de Daniel y casi susurrando le dijo -no digas nada. Daniel a duras penas podía sostener el mate en la mano, el termo y la azucarera cayeron al suelo y un ruido de cristal roto interrumpió por un instante el largo beso
que le prodigó la tía. Todo transcurría en cámara lenta. Mabi comenzó a desabrochar uno a uno los botones del pantalón de su sobrino y casi mecánicamente tomó su miembro y comenzó a acariciarlo lentamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, soltó de repente el pene del sobrino y le dijo que la dejara sola que se vaya. Daniel corrió a su habitación agitado miraba a su alrededor y buscaba su valija, quería huir, irse borrarse del mundo. De pronto la puerta se abrió y allí estaba ella completamente desnuda dispuesta a terminar lo que había comenzado en su cama matrimonial. La partida de ajedrez terminó y le pregunté a Daniel, ¿cuánto duró el romance con tu tía? -Esa noche me dijo, al día siguiente me pidió que me vaya a una pensión y cuando me iba me dijo que la visite de vez en cuando. Nunca lo hice, murió hace dos años, estaba internada en un geriátrico. Jamás se casó de nuevo.- |
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