| Cuento: | Te volviste inmortal desde el momento en que la tierra te vio nacer, desde aquel día en que las estrellas se detuvieron un momento para verte en silencio el valle recorrer, desde ese pequeño instante en que tu alma vieja se fundió con el rojo atardecer…
Creciste excepcional cuando tu ser decidió extraviarse entre las ramas más profundas del romanticismo y los siglos de antaño que te separaron del bello amanecer, como luna lejana de la ciudad, pura como galaxia y asteroide interestelar, fugaz como estrella engalanando por unos días la ciudad corrupta y voraz, tan perfecta como como Icaro volando hacia el mar de la ilusión, excelsa como espíritu permanente en el valle de Aztlán…
Juzgándote tan simple con una justificada humildad, pero que simpleza hallar en el mar la belleza injustificada de un legendario coral, ¿qué es más simple que una nebulosa envolviendo al universo de esta noche de magia lunar?; insignificante como los infiernos de Dante estallando por una resurrección personal, tan simple como un escrito pretendiendo describir el sentimiento desconocido de agrado y motivación que me causa cumplir la petición personal de inspiración y agradecimiento inusual…
Tan interesante como un libro de leyendas y relatos del Mayaab, como una interminable fuente de deseos brotando del manantial oculto en el interior de tu cuerpo, tan mágica y fascinante como un tesoro virgen enterrado en lo profundo del legado de un soñador extasiado…
Te volviste inmortal desde el momento en que la luna te miro envidiosa surcar el cerro de cristales cada verano, sin pedirlo ya lo eras, sin letras ni escritos lo serás cada vez que una estrella te recuerde entre la soledad del universo enamorado, serás tan inmortal como Venus en el retrato de un artista embelesado, serás sofisticada y especial, tocada por los Dioses y bendecida por el alma celestial de una dama convirtiendo esta realidad terrenal en una fantasía hermosa y eternamente espiritual… |
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