Cuento: | Arturo
Cuando la hermana de Luna tenía cinco años se anunció su llegada; para evitar a toda costa los berrinches y problemas a cada una se le dio una habitación y las cosas comunes para una señorita. Era evidente que entre ellas podía existir una relación amable y respetuosa pero nunca de amistad.
A veces Luna se sentía un poco sola… Cuando llegó su cumpleaños número ocho se brindó por la llegada de un nuevo miembro a la familia. Por las tardes se recostaba con su mamá para ver la televisión, acariciaba su vientre y le hablaba a su hermanito.
- ¿Por qué siempre lo llamas hermanito? ¿qué tal si es una niña? –
- No, es un niño –
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El nacimiento de Arturo fue difícil en el sentido de que no dejaban a las niñas estar cerca de su mamá, pasó un día entero sin saber de ella…
Un mameluco azul con blanco como para un año de edad arropaba al bebé.
El tiempo pasó rápido, Luna y Arturo se hicieron muy amigos. Excluían un poco a su hermana mayor; incluso esto se convirtió en parte de sus travesuras: Preparaban deliciosos desayunos o comidas que dejaban que ella oliera mientras que corrían a su recámara o al jardín para degustar sin convidarle.
Luna había ingresado a la universidad y los juegos cesaron un poco dado que las tareas eran muchas, aún guardaba algo de niña y no le gustaba dormir con la luz apagada así que su hermanito le ayudaba dejando su puerta abierta para que la iluminara la lámpara de su recámara.
Casi siempre por las noches Arturo platicaba con su hermana hasta que ella se quedaba dormida o hasta que su papá lo sacaba porque no dejaban dormir a los demás con tanta risa.
Un día algo raro pasó, era hora de descansar. La luz tenía que apagarse y la puerta de enfrente estaba cerrada; Luna tocó varias veces sin recibir respuesta alguna… Arturo se había convertido en adolescente, la puerta no volvería a abrirse para iluminar la habitación contigua. |
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