Jofiel
Con cabellos de un tono naranja tan tenue que casi llega a rubio y un gorro gracioso, Jofiel se montó en su bicicleta para visitar a Mariana…
Escondió sus alas en una mochila y en el camino fue pensando cómo convencerla de que le permitiera ayudarle en su casa… Todos los días entre las 12 y la 1:30 p.m. llegaban hasta el cielo exquisitos olores que invitaban a deleitarse en la mesa; se había dado cuenta que se trataba de ella así que haciéndose invisible un día se quedó en la ventana para verla cocinar.
Con una sonrisa amable Jofiel se presentó ante Mariana cuando ella lavaba el piso del frente de su casa.
- Buenos días señora me llamo Nayeli ¿no necesita a alguien que le ayude? –
- Creo que es evidente que sí pero tendré dinero hasta la próxima semana… -
- ¿Por qué no me deja ayudarle a cambio de despensa y me da de comer? –
La respuesta tardó un poco en llegar… Ya había visto a esa persona trabajando con una de sus vecinas y le caía bien por lo que aceptó.
- De acuerdo, pasa… -
Le mostró a Jofiel todo lo que tenía que realizar y la forma en que tenía que hacerlo; nunca sospecho que se trataba de un hombre, mucho menos de un ángel.
Mientras Mariana buscaba en su recámara una caja para colocar la despensa se recostó un poco y era tal su cansancio que se durmió. La voz de Jofiel que se hacía llamar Nayeli la despertó, le preguntaba sobre cómo acomodar algunas cosas.
Dando respuesta a la pregunta se dio cuenta que casi daban las 12 así que inició con los preparativos para hacer la comida: sopa, guiso, mmmmmmmmmm un exquisito flan y agua de guayabas en almíbar; puso la mesa e invito a Nayeli a sentarse.
- Que bueno que me acompañas, mi esposo no vendrá a comer hoy –
- ¿Qué días tienes libres? –
- Realmente de forma fija no tengo ninguno ocupado, me llaman al teléfono celular y acordamos algo que convenga a ambas partes –
- Quería pedirle como un favor especial si podría darme las recetas de lo que cocinó, huele muy bien –
- Si, cuando termines te entrego la despensa y anotamos todo –
Poco antes de las 4 de la tarde, Jofiel terminó las labores encomendadas, avisó de esto esperando el tiempo para anotar paso a paso cómo se había hecho la comida.
Mariana le pidió que se sentara en el sillón junto a la ventana donde daba aún la luz del sol y le acercó una libreta y un bolígrafo, el ángel anotó todo sobre los alimentos que había degustado; agradecido tomó las hojas en que había escrito y cortó un trocito de papel para anotar un número celular.
- Tengo que irme, le agradezco que me haya permitido ayudarle. Si me necesita me encuentra en este número, recuerde que soy Nayeli Jofiel-
- Jofiel… ¿es tu apellido? –
- Si, gracias nuevamente. Hasta pronto –
El ángel guardó sus cosas en la canastilla de su bicicleta, avanzó hasta donde nadie lo viera y entonces sacó sus alas para llegar a casa y entregar las recetas como resultado de su encomienda del día.
Mariana tranquila por el orden que había en su casa se recostó sintiéndose bendecida por la visita de tan agradable persona.
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario