La Historia de Prisila y Yo... ♥
Ya era tarde, fuera la tormenta no parecía tener fin y el agua sonaba en el techo de casa.
Me tire sobre la cama dejándome dormir.
Pero no lo conseguí, pues una de las ventana se abrió derrepente por le gran viento, causando un precipitoso sonido lo cual me despertó.
Con algo de pereza me acerque a la ventana para cerrarle, pues ya había comenzado a ingresar algunas gotas de agua a mi habitación.
Fue en eso cuando observe, fuera en la calle, una persona que caminaba con dificultad, (cojeaba). Se le veía bastante débil.
Apresurado asegure la ventana y salí del cuarto.
Luego de unos segundos ya estaba frente a la puerta de calle , me puse el pilo y salí fuera.
La lluvia era intensa y el viento también, corrí en dirección a la persona.
A medida que me acercaba pude distinguir una figura femenina.
Se trataba de una chica de unos quince años.
– Hola te sucede algo – Pregunte
– E tenido un pequeño accidente – Replico ella
– ¿Te sientes bien? –
– Mmmm... Me duele mucho el pie – Alcanzo a decir
Eso es no esta bien... (Pensé)
– ¿Como te llamas? – Le pregunte algo tímido
– Prisila y ¿Vos? – Contesto ella
– Yo soy Marcos – Le dije
– A tanto gusto – Exclamo Prisila con una tenue sonrisa entre sus labios y me dio la mano
– O no me parece que no puedo dar un paso más – Se quejo ella
– ¡Oye! ¿segura que esta bien? - Le pregunte
– Mmmm... Creo que no.. Tartamudeo
– Mi casa esta cerca, ¿No quieres ir? por lo menos no te mojaras – Le sugerí con certeza
– De acuerdo – Exclamo haciendo si con la cabeza.
– Vamos apóyate en mi hombro – Le dije muy valiente
Tome su paraguas y juntos cruzamos la calle, ya en la vereda nos encaminamos a mi casa.
El cielo comenzó a oscurecerse aun más y los relámpagos empezaron a aumentar.
Ya estábamos cerca cuando la oí sollozar.
– ¡Oye! Que te pasa – Le pregunte suavemente
– Tengo miedo Marcos – Me susurro bajito
– No temas ya llegamos a casa – Le reconforte
Adentro estaba calentito, pues la estufa había quedado encendida.
– Pasa – Le anime tratando de tranquilizarla
– Siéntate aquí frente a la estufa, donde podrás secarte un poco – Le dije
– Si claro – Alcanzo a decir y se desplomo en una silla enfrente a el fuego
– Tus padres no se enojaran porque estoy aquí – Me susurro
– No te preocupes ellos lo comprenderán – Exclame mientras me tomaba una vieja silla y la acomodaba junto al fuego para sentarme.
– ¿Tienes hermanos?– Me pregunto mirando un juguete que estaba en el suelo
– A si, dos un tiene siete y el otro doce, ahora están durmiendo pero sino se pasan jugando y ¿vos tenes hermanos? –
Ella bajo la mirada y exclamo – si una hermana tiene seis años, pobre me estará echando de menos – Dijo sollozando
– Bueno no te preocupes ya va a pasar este temporal, mi abuela dice que estamos en la época y que este es el temporal de Santa Rosa– Le explique
Seguimos charlando bajito un buen rato. Parecía que lo disfrutaba apesara que estaba bastante dolorida.
Papa fue el primero que nos vio y se sobresalto, pero luego de contarle lo sucedido me felicito y se encamino a la cocina para prepararse una taza de café.
Mamá hizo lo mismo, pero al contarle lo del accidente se preocupo un poco y trajo el botiquín.
Le examino el pie y el tobillo y como una gran doctora dio su diagnostico, Prisila había sufrido un golpe bastante fuerte y tenia una pequeña contusión.
Prisila alzo la mirada y me miro. Su ojos verdes estaban húmedos y grandes, su rostro triste y sus mejillas pálidas.
Le sostuve la mirada por unos segundos y esto pareció calmarle y me sonrió.
Mamá tomo del botiquín una pomada antinflamatoria y le froto suavemente sobre el pie.
Luego papá telefoneo a la señora Gertrudis, la mamá de Prisila contándole lo ocurrido y diciéndole que se encontraba bien y que lo mejor seria que se quedaría a dormir esa noche allí, pues la tormenta era terrible.
La mamá acepto apenada por el echo de la tormenta y se despidió.
Seguidamente Prisila la saludo y se despidió de ella mandándole saludos a su hermanita.
Luego de esto Prisila se sintió más calmada, tanto que parecía no tener más dolor aunque si lo tenia.
Los minutos pasaron, mamá se sentó en un silla junto al fuego y se puso a tejer una linda bufanda azul, papá tomo sus anteojos y comenzó a leer en vos baja un viejo diario.
Mis hermanos ya se habían despertado de su gran siesta y bajaban la escalera, algo somnolientos.
Saludaron a la extraña con algo de vergüenza y se dirigieron a la cocina, regresaron con unos bizcochos y una taza de cocoa y se sentaron a la mesa.
Mientras tanto yo permanecía allí, en el sofá, como hipnotizado por el fuego.
Hasta que me decidí y le pregunte a Prisila
– Sabes jugar cartas –
– Si y se algunos trucos – Dijo ella muy segura y se sonrió
– ¡Bien!– y diciendo esto me puse de pie y me dirigí a traer un maso de cartas de mi cuarto.
De regreso. Me senté nuevamente y comenzamos a jugar.
Realmente era buena y me gano barias partidas.
Más adelante mis hermanos al ver lo animado que estaba el juego se sumaron y jugamos algunas partidas más.
La noche había llegado, mamá preparo un cama en el cuarto de huéspedes y le mostró a Prisila el lugar donde seria su cuarto, luego se despidió y se fue a dormir.
Yo me despedí de Prisila con un beso y subí la escalera deseándole buenas noches.
Ella se quedo un rato más frente al fuego, mientras tarareaba una canción y luego se fue a dormir.
En mi habitación el agua sonaban en el techo generando una melodía, todo era distinto y con esta sensación me dormí en pocos minutos.
El despertador sonó, pegue un manotazo y le alcancé a apagar.
Marcaba las 7:00, abajo en la cocina podía oír a mamá preparando el desayuno.
Aun podía oír la lluvia algo más leve por supuesto.
Me puse las pantuflas y baje la escalera en dirección al baño para lavarme la cara.
Luego de acomodarme el cabello y despabilarme un poco me dirigí junto al la mesa donde tome un silla y me senté.
–Buenos días– Exclamo mama, mientras traía una jarra de cocoa humeante hacia la mesa.
–Buen día– Replique yo saludándole
–¿Tu amiga ya se despertó?– Me pregunto
–No se– Respondí encogiéndome de hombros
–No vas y te fijas–
–Bueno– Exclame y me puse de pie.
Llegue al lugar en el que se encontraba y toque a la puerta.
–Si un momento – Se escucho del otro lado
Y luego de unos segundos la puerta se entre abrió
–Ha eres tú– Exclamo asomándose se a la puerta
–¿Te sientes bien?– Le pregunte
–¡Si! Un poco mejor–
– Dice mamá si ¿vas a desayunar?–
–Dile que si, en un momentito voy–
–De acuerdo– Respondí yo
Ella se sonrío y cerro la puerta
Yo me encamine a la cocina, allí mi hermano Lucas untaba una tostada en manteca.
Me senté y me serví una taza de cocoa.
Tome una cuchara y comencé a enfriarla, mientras esperaba a que llegara Prisila.
Luego de unos escasos minutos le ví entrar.
Se veía mejor pero aun cojeaba un poco.
–¡Buenos días!– Exclamo mamá
–Ah buen día señora– Replicó ella y se sentó a la mesa.
Luego de un sabroso desayuno nos retiramos de la mesa,
Papá encendió la Tv y se sentó junto a la estufa.
Prisila se encamino hacia una ventana que daba a la calle...
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