Junto al caso Nievas, este incidente traumatizó de manera notoria la moral de las detectives Fraga y Ezcurra. Si bien fueron otras circunstancias, otro procedimiento y otro dinamismo, el impacto fue inclusive más duro que en el segundo caso que ellas enfrentaron.
Por primera vez en dos meses de servicio, les había tocado franco el mismo día. Lo estaban disfrutando a pleno cuando Laberna las interrumpió para convocarlas a la investigación de un homicidio que parecía no tener demasiadas complicaciones, porque el asesino, en teoría, estaba identificado. La escena del crimen era un muelle pesquero en la Dársena C de Puerto Madero. Cuando las detectives arribaron a la escena, se encontraron con el agresor que sostenía un arma calibre 32 en su mano izquierda y frente a él, yacía muerto de un tiro en el pecho un prefecto de alrededor unos cuarenta y tres años, calvo y cejas pronunciadas. Fue positivamente identificado como Manuel Teberlaun y el agresor, según su documento, respondía al nombre de Sergio Omar Valete.
El arma que Valete sostenía firmemente entre sus dedos había sido recientemente disparada y la bala que el forense recuperó del cuerpo de la víctima se condecía un cien por ciento con el arma en cuestión. Estaba claro lo que había ocurrido, aunque no quedaba del todo claro el motivo y porqué Teberlaun no se había deshecho del arma homicida. ¿No había tenido tiempo quizás porque la Policía llegó a la escena de inmediato o su estado emocional le había impedido una reacción inmediata y lo bloqueó mentalmente, negando toda posibilidad de escape? Sea lo que fuera, tanto Ailen Ezcurra como Ivonne Fraga estaban definitivamente irritadas.
_ ¿Para eso nos llamó?_ confrontó Fraga a Laberna, con vehemencia.
_ Alguien tenía que hacer la inspección y el informe de rutina_ le respondió el Comisario, sin reparos._ Ustedes dos son de.las mejores que tengo. El día se los compenso, tranquilas.
Ivonne suspiró resignada.
_ ¿Testigos?_ preguntó, todavía notablemente enojada.
_ No. Sólo escucharon el disparo. Nadie vio lo que pasó. Hablen primero con cualquier boludo que vean por acá dando vueltas, después con el sospechoso y se van a casa. ¿Estamos? A trabajar.
_ ¿No podía haber llamado a otro, que nos tuvo que estropear el día, Laberna?_ se quejaba con un vigoroso malestar, Ivonne Fraga, mientras caminaban en busca de algún prefecto cercano a la víctima.
_ Por lo menos, hubiese llamado a alguna de las dos_ le contestó Ezcurra._ Las dos juntas no tiene sentido.
_ Sí, te hubiese llamado a vos.
_ A vos, mejor.
_ Somos inseparables. Eso es lo que pasa.
_ Pasa que Laberna es un estúpido y un insensible.
Se toparon con Gervasio Contreras, un prefecto que trabajaba en el mismo muelle donde ocurrió todo y que presenció parte de.lo sucedido.
_ Sólo oí como un estallido fuerte_ empezó a explicar Contreras frente a una pregunta que le realizó Ailen Ezcurra._ Dejé lo que estaba haciendo y fui corriendo a ver qué había pasado. Para cuando llegué, Manuel estaba tirado en el piso, desvanecido y todo ensangrentado. Intenté reanimarlo, pero ya era muy tarde: estaba muerto.
_ ¿Escuchó alguna discusión previa entre Manuel y el señor Valete?_ volvió a preguntar Ezcurra.
_ No. Nada más oí el disparo.
_ ¿El señor Valete era asiduo visitante del señor Teberlaun?_ intervino Ivonne Fraga.
_ Solía visitar a Manuel bastante seguido. Pero nunca nos habló de él.
_ ¿Sabe la razón?
_ No, ni idea.
_ ¿Nunca le preguntó por qué?_ volvió a indagar Ailen.
_ Era su vida privada. Todos acá tenemos códigos y uno esos códigos es respetar la vida privada del otro. Venimos, cumplimos nuestro horario y listo.
_ ¿No era llamativamente preocupante la insistencia de Valete para con Teberlaun?
_.Como le dije recién, detective: yo no me metía en su vida personal. Si era preocupante o no, no sé. Y tampoco era algo de mi incumbencia.
_ ¿Cómo era el aspecto de Manuel después de la visita de Valete?
_.La de siempre. Su presencia no lo perturbaba en absoluto.
_ Gracias por su tiempo.
_ Lo despediste antes de que pudiera preguntarle sobre sus enemigos, su círculo íntimo, sobre su trabajo en sí..._ le reprochó Ivonne Fraga a su amiga.
_ ¿Para qué, si te iba a responder que en su vida privada no se metía?_ repuso con ironía, Ezcurra._ Entre Laberna y éste, no sé a quién asesino primero.
_ Hay que hablar con este Valete. Lo vamos a hacer confesar sea de la manera que sea.
Volvieron al centro de la escena e inmediatamente lo buscaron al oficial ayudante, Fontán.
_ Fontán_ le dijo Fraga, cuando lo localizaron_ ¿los peritos le hicieron al tipo este las pruebas para detectar residuos de pólvora en sus manos?
Fontán las miró sorprendido.
_ ¿Qué hacen ustedes acá? ¿No tenían franco hoy?_ pregunto confuso,_ ¿o soy un pelotudo que está perdiendo la memoria?
_ Sos pelotudo, Fontán_ le respondió Ezcurra, con una sonrisa sutil._ Laberna nos hizo venir porque parece que nos extraña.
_ ¿Y, Fontán?_ lo apuró Ivonne Fraga.
_ Las pruebas dieron positivas. Tiene residuos de pólvora en la mano, el arma fue efectivamente disparada, se recuperaron huellas, que cuando las comparemos con las del tipo este, seguro van a coincidir; y la bala extraída del cuerpo del occiso es del mismo calibre que el arma disparada. Más clarito, echale agua. No me cierra porqué se quedó para que lo agarremos con las manos en la masa con toda la evidencia incriminatoria en contra suya.
_ Sí, eso es lo curioso. Cuando hablemos con él, vamos a ver qué nos dice.
_ Puro chamuyo, seguro. Y las va a querer tomar por boludas, encima.
_ Justo a nosotras dos... ¿Qué pensás, Ailen, de lo que nos contó el testigo?
_ Si Valete visitaba seguido a Manuel Teberlaun, posiblemente le debía plata. Se cansó de reclamársela, y lisa y llanamente lo mató. Tan simple como eso_ contestó con convicción la aludida.
_ ¿Y si le apuntó con el arma para amedrentarlo y se le escapó el tiro por accidente?_ reflexionó Fraga.
_ Sí, claro. Y por arte de magia, la bala impacta certeramente en el pecho. Un "accidente" con demasiada mala suerte, diría yo.
_ ¿Necesitan algo más?_ preguntó Fontán.
_ Que Balística tenga listo los resultados de las pericias sobre el arma y la bala recuperada del cuerpo lo más rápido posible. Y que los peritos de huellas hagan lo propio. Que lo tengan listo para ya. Me quiero ir_ respondió Ezcurra.
_ ¿Vos sola?_ la increpó Fraga._ Vamos a hablar con el sospechoso así terminamos, tenemos los resultados y a las miércoles todo.
_ Las veo después_ aclaró Fontán, y se retiró.
Sergio Omar Valete estaba sentado en la vereda, apoyado contra una pared y esposado. Estaba vigilado por tres oficiales, que lo abandonaron por orden de las detectives cuando se acercaron para interrogarlo. Valete estaba con la mirada perdida, callado, serio y no mostraba arrepentimiento por sus actos. Ni siquiera se opuso ni a que lo arrestaran ni a ninguna de las peticiones de la Policía. Las mujeres se presentaron formalmente.
_ ¿Por qué mató al Manuel Teberlaun, señor Valete?_ inició la ronda de preguntas, Ivonne Fraga.
_ No sé_ respondió en seco el señor Valete._ No me acuerdo ni siquiera del momento del disparo, ni mucho menos de lo que pasó antes ni cómo llegué hasta acá.
_ ¿Perdón? No escuché bien_ repuso la detective Fraga, destapándose con un gesto irónico, uno de sus oídos con el dedo.
_ Lo que escuchó. No me acuerdo de nada. Por más que hago un esfuerzo muy grande por acordarme de algo de lo que pasó, no puedo.
_ Mirá, querido_ le dijo Ezcurra con soberbia y con ánimo de perder la paciencia en cualquier momento._ Ése truquito barato y estúpido de simular amnesia es más viejo que la bandera. Así que, dejá de fingir, ayudate un poquito y hablá: ¿Por qué asesinaste a Manuel Teberlaun?
Pero Sergio Omar Valete mantenía la misma postura. Y pese a que las detectives no le creían y querían hacerlo hablar ya con casi nada de paciencia, él no deponía su actitud. Entonces, fue ahí cuando las investigadoras empezaron a considerar la posibilidad de que Valete realmente sufriera amnesia, aunque era algo que clínicamente no se podía corroborar con total exactitud. ¿Entonces, después de todo, se trataba de una farsa?
_ Toda la evidencia te incrimina, Valete_ le dijo Fraga, ya visiblemente cansada y con poca paciencia._ Nos estás haciendo perder el tiempo y eso me pone de muy mal humor. Y más en nuestro día de franco.
Pero el sospechoso de homicidio no declinaba su postura de ninguna forma posible. Ailen Ezcurra se llevó a Ivonne a un lado para hablar a solas.
_ ¿Y si realmente tiene amnesia pobre tipo?_ planteó compasiva la detective Ezcurra._ No se acuerda ni el nombre. Y realmente parece confundido y bastante desorientado.
_ ¿Enserio le vas a creer?_ dudó con cierto escepticismo, Fraga._ Está jugando con nosotras. Se piensa que así va a zafar. Se cree que porque somos mujeres, nos va a poder manipular como quiere.
_ No sé...
_ ¡No seas tarada, Ailen! No le podés creer nada a tipos como este. Está jugando, hace tiempo no sé para qué. Es un enfermo y un psicópata. Me extraña de vos, querida.
_ Si verdaderamente miente, los peritos psiquiátricos lo van a determinar con certeza. No podés corroborar una amnesia, pero sí una mentira. Y más aún, una mentira preparada y ensayada con anticipación.
_ Necesitamos la orden de un juez para eso. Y dudo que la expida enseguida. Depende también de los argumentos que le dé el fiscal del caso. Es mucho tiempo de espera y ya no quiero esperar más ni perder más el tiempo con este Flaco.
_ Eso no es problema. Conozco a un juez de Instrucción que me debe un favor. Un llamadito y tenemos la orden al toque_ e Ivonne Fraga guiñó el ojo con cierta complicidad y una sonrisa que iba a tono con el guiño.
Pese a que Ailen Ezcurra se mostró media reticente al comienzo a aceptar la idea, finalmente lo hizo.
_ Acepto porque sos vos_ aclaró._ Pero sabés que lo que estamos haciendo va contra las reglas.
_ Confía en mí.
_ Eso hago. Pero...
_ ¿Pero, tenés miedo de que pase algo similar a lo de Nievas y que se sean dos los cargos contra nosotras?
_ ¿Te parece poca cosa lo que nos hizo el tipo ése? Por ese asunto nos tienen bajo investigación. Y ahora ir con un juez amigo para que expida una orden a espaldas del fiscal, de Laberna y de todos. Y si nos descubren, no sólo desestiman el informe, sino que nos matan a las dos, también.
_ No seas paranoica, Aile de mi corazón. Ahí hablo con este juez que te digo y te aviso.
La idea de Ivonne Fraga dio sus frutos. El juez en cuestión emitió sin rodeos la solicitud para practicarle pericias psiquiátricas a Sergio Omar Valete. Había quedado formalmente detenido en la Comisaría a la espera de una pronta decisión judicial. El abogado defensor asignado por el Ministerio Público de la Defensa no pudo hacer casi nada en beneficio de su cliente porque también adujo padecer de amnesia y no recordar absolutamente nada.
Dos peritos psiquiátricos se presentaron en la Comisaría, lo que despertó el alerta de Hipólito Laberna, como era de esperarse.
_ ¿Quién mandó a ésta gente?_ protestó con énfasis el Comisario.
_ Nos mandó el juez de la causa. Dadas las complejas circunstancias del crimen y de la presunta patología que afecta al sospechoso, el juez consideró que era necesario un examen psiquiátrico cuanto antes_ respondió acaloradamente, uno de los profesionales._ Por cierto, soy el doctor Andrés Barzuco y ella mi compañera, la doctora Eliana Domenech.
Ambos médicos estrecharon la mano de Laberna.
_ ¿Por qué el juez no me avisó nada a mí? ¿Ni el juez ni el fiscal me avisaron absolutamente nada?_ puso en duda el Comisario.
_ Le reitero, que dadas las circunstancias del hecho en sí...
_ Sí, sí, está bien. Está por ahí, Valete_ y señaló una puerta blanca aislada de la sala central de la Comisaría, en un pasillo exclusivo de oficinas. Los peritos ingresaron a la habitación, se entrevistaron a solas con Sergio Omar Valete y salieron a las dos horas y media. Buscaron a Laberna y hablaron dos palabras con él.
_ Le voy a ser sincero, Comisario_ le dijo el doctor Barzuco con frustración._ Si este Valete está fingiendo, es un excelente actor.
Y le cedió la palabra a la doctora Domenech.
_ No percibimos señales ni patrones de ningún tipo_comentó aquélla_ que a nosotros nos indicaran que está simulando. Sí, en cambio, pudimos advertir que sufre alguna clase de trastorno previo. Quizás el sonido del disparo despertó en él algo indeterminado y la amnesia es una forma que tiene el cerebro de rechazarlo y de defenderse contra un recuerdo negativo, por decirlo de una manera simple.
_ La pérdida de memoria responde a múltiples factores. Su memoria es como un rompecabezas que el sospechoso va a ir armando conforme a que su mente se reponga favorablemente de ése recuerdo que la atacó. Por el momento, no puedo decirle más, Comisario. Nuestra opinión profesional es ésa. Vamos a elevarle el informe al juez. Que tenga buenas tardes.
Y ambos médicos se retiraron, sin darle a Laberna el derecho a réplica. Y sin embargo, su preocupación no pasó desapercibida, que fue advertida enseguida por las detectives Fraga y Ezcurra.
_ ¿Qué dijeron los peritos, señor?_ se animó a preguntarle, Ailen Ezcurra.
_ Que parece que Valete no miente, después de todo. Su amnesia es genuina_ respondió vacilante Laberna._ Para colmo, ni el juez ni el fiscal ni nadie me avisó que iban a venir los psiquiatras.
_ Estimo que actuaron de oficio, Comisario_ apuntó Fraga.
_ ¡Me tienen que notificar igual, no caer de sopetón! ¿Volvieron a hablar con el sospechoso?
_ Sí, pero no hay forma de que nos diga algo. Repite constantemente que no se acuerda de nada, que ojalá pudiera recordar qué pasó, que nos quiere ayudar y bla, bla, bla.
_ ¡Háganlo confesar como sea! Si es necesario, recurran a engaños. Pero lo quiero preso. Y que Balística se apure con los resultados. Lo quiero para hace dos semanas. Los tienen y me avisan inmediatamente.
E Hipólito Laberna abandonó a las detectives con impotencia.
_ Espero que no se entere que al juez lo pusiste vos..._ le advirtió precavidamente Ailen Ezcurra a su amiga.
_ No se va a enterar de nada. Tranquila_ le replicó Ivonne Fraga en tono tranquilizador.
_ Esperá que los peritos eleven el informe.
_ No va a ser nada oficial. Dejá de perseguirte, ¿querés?
Buscaron a Fontán para saber si Balística ya tenía listos los resultados de las pericias practicadas tanto sobre la bala como sobre el arma. Y él, casualmente, las estaba buscando a ellas.
_ ¿Novedades, Fontán?_ le preguntó Ezcurra, cuando se cruzaron.
_ Tengo los resultados de Balística_ repuso aquél en señal de alarma._ No les va a gustar nada.
_ Queremos verlos.
Fontán respondió a la solicitud de las detectives. Les extendió un papel plegado, que ellas abrieron y leyeron con total interés. Ambas mujeres se quedaron atónitas y enmudecidas cuando vieron las conclusiones alcanzadas.
_ ¿Esto está chequeado, Fontán?_ preguntó Fraga, casi sin aire.
_ Sí. Repitieron la prueba tres veces y en todas se abordaron los mismos resultados. No hay error.
Las dos amigas se miraron asustadas. ¿Qué determinó Balística? ¿Qué era tan grave?
_ Hay que decírselo a Laberna, urgentemente_ propuso Fraga, sin otra alternativa.
_ ¿De qué manera?_ preguntó Ezcurra con incertidumbre.
_ Así como viene.
_ ¿Y los peritos se Huellas, qué dijeron?_ preguntó Fraga, dirigiéndose a Fontán.
_ Coinciden en un cien por ciento. Todo encajaría perfectamente, si no fuera por este detalle no menor_ confirmó aquél.
_ Fontán: andá con el equipo a la escena otra vez y hagan rastrillajes de campo, cuadrícula, reloj, y busquen algo, no sé, lo que sea que nos ayude, cualquier cosa. Hasta fibras, sangre, huellas, pisadas, ADN, cosas que seguramente pasamos por alto. Movete_ le ordenó Ezcurra.
El oficial ayudante Fontán obedeció y ambas mujeres enfrentaron a Laberna, que se enardeció desmedidamente después que evaluó el informe de Balística.
_ ¿Cómo que el arma recuperada de la escena no es el arma homicida?_ dijo casi en un alarido el Comisario.
_ Así como lo leyó, señor_ dijo Fraga._ No encontraron compatibilidad con las estrías de la bala. El calibre es el mismo, pero la bala salió de otra arma.
_ ¿Estos resultados están bien?
_ Fontán dijo que Balística hizo tres veces las mismas pruebas. No hay margen de equivocación_ respondió Ezcurra.
_ ¿El tipo tiene residuos de pólvora en la mano, se corroboró que el revólver había sido recientemente disparado, la bala es del mismo calibre pero no es el arma homicida?_ musitó Laberna.
_ Y para colmo, el equipo de Huellas comparó las muestras que le tomaron a Valete in situ en la escena con las recuperadas del arma y coinciden_ agregó Fraga con cierto pudor por la reacción de su superior.
_ ¿Cómo explico yo esto? ¿¡Cómo lo explico!? ¿Se puede saber?_ protestó Laberna, dándole un golpe seco a su escritorio.
_ Fontán volvió a la escena con el resto del equipo a revisar todo otra vez, a ver si encuentran otra arma, no sé, cualquier cosa_ aclaró algo avergonzada, Ivonne Fraga.
_ ¡Hablen con el sospechoso, ya! Si él tiene amnesia, yo sufro de Parkinson.
_ Por eso está muy tranquilo y por eso engañó a los peritos psiquiátricos tan bien_ comentó Ezcurra, vivamente, después de abandonar el despacho de Hipólito Laberna._ Sabía que los resultados de Balística lo iban a favorecer. ¿Cómo lo consiguió el desgraciado este?
_ Está jugando con nosotras_ agregó Fraga.
_ El juego se termina ahora mismo.
_ Hay que seguírselo. No conviene que sepa nada más. Tiene que convencerse de que le creemos, que no sospeche nada extraño.
Pero Ailen hizo caso omiso a la petición de su amiga. Entró con violencia a la sala en donde Valete estaba detenido e incomunicado y cerró la puerta tras de sí con la misma violencia que con la que entró.
_ ¿Conoce sus derechos, señor Valete?_ le preguntó con determinación y contundencia.
El sospechoso miró a las mujeres con recelo.
_ No se haga el desentendido_ continuó Ezcurra._ Lo sabemos todo. Sabía que las estrías de la bala no iban a coincidir con el arma. Generaría así una duda razonable y fingiendo tener amnesia, todo le saldría redondo. Pero los psiquiatras lo descubrieron y bueno, todo su brillante plan se desmoronó. Ahora un equipo nuestro está requisando la escena otra vez y es inminente que encuentren la verdadera arma homicida.
_ No miento. De verdad que no recuerdo nada_ intentó defenderse inútilmente el señor Valete.
_ Qué irónico que no se acuerde de los hechos, pero sí de nosotras_ interpeló Ivonne, inteligentemente,_ ¿También se acuerda cómo lo trajimos hasta acá, no?
_ Les juro que no sé nada. Mi memoria está débil.
_ Un testigo nos dijo que usted visitaba a Teberlaun con mucha frecuencia. ¿Le debía plata, se cansó de que no le pague y lo asesinó? Disparó un arma, mató al Manuel Teberlaun, la escondió en alguna parte, tomó una segunda arma, la disparó y dejó que lo encontráramos con ella en la mano. La idea de la amnesia culminaría un plan extraordinariamente planeado.
_ ¿Que yo le presté plata a quién? Sólo me confunden.
_ ¡Deje de fingir!_ gritó Ailen Ezcurra._ El testigo lo vio y habló. Vio cuando disparó. Se terminó todo para usted. Lo mejor es que se consiga un buen abogado.
_ Les juro que no estoy simulando.
_.¡Colmó nuestra paciencia!_ arremetió con impotencia Ivonne Fraga.
Pero antes que pudiera hacer algo, la presencia en la Comisaría de Gervasio Contreras, el testigo que interrogaron al comienzo, escoltado por un oficial de guardia, las sorprendió por completo.
_ Este caballero solicitó hablar de forma urgente con alguna de las dos. ¿Alguna lo conoce?_ dijo el oficial.
_ Sí, está bien. Gracias_ repuso Ivonne Fraga y le hizo una seña al oficial para que se retirara.
¿Qué hace acá, señor Contreras?_ inquirió la detective Ezcurra.
_ Vengo a confesar_ admitió, y miró a Sergio Omar Valete, haciéndole un gesto con la cabeza. El detenido se puso blanco como el papel.
_ ¿Qué hacés acá, traidor? Teníamos un trato, ¿o te olvidaste?_ se quejó, súbitamente.
_ Bueno, bueno_ ironizó Ailen Ezcurra._ Y de repente, Sergio Omar Valete recupera la memoria. ¿A quién le atribuimos este pequeño milagro? ¿Al Manosanta, a Dios...? Usted dirá.
Valete miró con rencor a ambas mujeres e inmediatamente agachó la mirada.
_ Perdoname, Sergio_ alegó Contreras._ Pero no voy a seguir con esto. No voy a arruinar más todavía mi vida y mi carrera.
_ Al menos, reconoce que está arruinado. Me conmueve_ dijo Fraga, en un tono sobrante y sobre actuando la situación._ Vamos a ver qué tienen para decir y quién tiene menos ganas de pasar unas vacaciones placenteras en la cárcel.
_ Sabía que ibas a mariconear. Esto me pasa por confiar en un pelotudo sin los huevos suficientes_ enfatizó Valete.
_ Yo tengo mucho más que perder que vos. Lo lamento, es mi decisión. No sé porqué me involucré en una locura así_ aclaró Contreras, con voz arrepentida.
_ Hablá, alcahuete. Tanto esfuerzo para nada.
_ Manuel Teberlaun era un mujeriego de renombre_ empezó a explicar Contreras._ Le empezó a mandar cartas, mensajes, flores y todo ése tipo de cosas a nuestras esposas. Al principio, cuando lo increpamos, nos dijo que las había conocido en un boliche y que ellas le dijeron que eran solteras, que desconocía en absoluto que estaban casadas con nosotros. Mucho no le creímos, pero pasó. Y sin embargo, el estúpido no se detuvo, nos tomó por pelotudos a los dos. Cada vez se volvió más arrogante, más desafiante y nuestras mujeres ya no nos daban tanta bolilla como antes. Hasta Manuel llegó a decirnos que él era mejor amante que nosotros dos juntos.
_ Fue la gota que derramó el vaso_ dedujo Ailen.
_ Exacto_ continuó Contreras._ Yo soy prefecto y si mataba directamente a otro prefecto, estaba arruinado. Pero a Sergio no lo conocía nadie. Él era un tipo que venía a verme a mí, aunque Manuel sabía que queríamos hacer algo. No fuimos muy discretos en ése sentido. Averigüé mediante varios contactos personales dónde podía comprar un arma ilegal y me dijeron dónde conseguirla. Ni bien la adquirí, lo primero que hice fue, con un destornillador, limarle el caño. Así alteraría la estructura interna y generaría inconsistencias con las estrías específicas que deja la bala cuando se dispara. Sergio se encargó después de disparar y fingir que sufría de amnesia. Yo busqué el momento justo para hacerlo porque conozco cada movimiento de la Dársena. Y yo sería sólo un testigo ocasional.
Los dos hombres se miraron con odio entre sí y fueron arrestados en el momento por homicidio simple premeditado, y puestos a disposición de la Justicia.
_ Laberna nos debe el franco de hoy_ protestó Fraga, cuando se llevaron arrestados a los dos hombres.
_ Dijo que nos iba a compensar_ replicó Ailen._ Le voy a pedir que nos deje libre mañana y vamos a ir a ver un buen ballet a un teatro en el Centro.
_ Prefiero ver una obra de teatro. Sin ofender, ¿no? El ballet me duerme.
_ Tiremos la moneda.
Ivonne la miró a Ailen con rencor.
_ Hay que avisarle a Fontán que confesaron los dos. Está en la Dársena C buscando evidencia._ reaccionó Ezcurra enseguida._ Ya no es necesario.
_ Yo me encargo_ se ofreció voluntariamente Ivonne Fraga. Tomó el radio y lo contactó a Fontán.
_ Valete no dijo nada, y por su amnesia, no podemos hacer mucho_ le dijo, cuando aquél respondió al llamado._ Seguí procesando la escena y quedate toda la noche, si es preciso.
_ Enterado_ se escuchó una voz masculina salir del otro lado del radio.
Ezcurra miró ofuscada a su amiga, quien finalmente no pudo contener la risa y la expresó en coro y a carcajadas.
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