Cuento*: | Una noche, después de la lluvia, el campo se iluminó con pequeña esferas de luz que dieran vida a la noche fría de octubre. La pequeña mariposa, lanzó la mirada a en medio de la noche y así contemplar esa hermosa visión.
Ella, desde el pétalo de una rosa admiraba fascinada aquel espectáculo que la lluvia le ofrecía; cayadamente fue desplegando sus humedecidas alas y se suspendió en el aire, se apresuró hacía el campo y así poder investigar el porqué de esas luces, pequeñas figuras que por vez primera el panal de sus ojos apreciaba.
No le importó que relámpagos, o que la lluvia amenazara con volver a caer y perder el bello colorido de sus alas, sólo quería saber la fuerza que hacía brotar de la nada esos pequeños destellos de luz.
Se acercó lentamente,acechando en la distancia aquellas gotas de sol que dejaban pequeños caminos de luz a su paso. Tenuemente la luna salía entre las nubes y con asombro ve unos pequeños seres que son un poco mas chico que el de ella. Comienza a perseguirlos, a volar ensima de ellos.
Lentamente su cuerpo se iluminó, los colores de sus alas se hicieron más vivos y todo a su paso comenzó a iluminarse. Era como si el día se posara en su cuerpo. Al mirar a su lado, asombrada, ve como eso pequeños seres, esas luciérnagas se posaban en sus alas para hacer de ella una lumbre en ese día de invierno.
Esa noche, después de la lluvia, su cuerpo se volvió una llama, y ella, pequeña coleccionista de luciérnaga que desde ese día hicieron estancia en su cuerpo.
Esa noche volvió al pétalo de su flor y miró al cielo. Quiso investigar de qué luz más allá de las nubes provenían esos maravillosas luces que habían iluminado su noches. Venció sus miedos y, observando a sus compañeros asintió para preguntar si emprenderán vuelo hacia la aventura de buscar el sol que una noche llorará y que emanara esas chispas de luz.
Sabía que no había retorno. Tomó aire, estendió sus alas y guiado por la gran estrella nocturna, se alista a comenzar su vuelo. Iluminado por las luciérnaga, nuestra mariposa comenzó su viaje para no volver jamás a la tierra.
Por eso, cuando lances la mirada al cielo y en la distinta veas la forma de una mariposa de alas brillantes, es nuestra herrante amiga que va en busca de la estrella moribunda al cual pertenecen esos pequeños seres que una noche descubrió y que los mortales amorosamente llamamos LUCIÉRNAGAS... |
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