El Pozo de los Sueños Autor: El Potrillo Lector El Inicio Hubo una vez en un pueblo de Huichapan, Hidalgo, un mítico pozo que se alzaba en el Bosque de los Sabinos. Muchos lo creían encantado. Quizá era porque al principio de todo, ese lugar era mágico; los animales y los árboles cantaban; su melodía hacía eco en el valle y la puesta de sol era capaz de colarse entre los sentimientos. El pozo del que les hablo surgió desde épocas inimaginables; cumplía anhelos y deseos, pero también engañaba a las personas, siempre con el fin de tener más poder. Lucía hermoso y llamativo: cubierto de oro y perlas, parecía que, en su interior, podían hundirse para siempre las amarguras y las penas. Apenas tocarlo, se derretía el cuerpo, pues era incluso más suave que un joven conejo. Dicha treta era solo una de tantas para confundir el corazón de los hombres. Sin embargo, conforme cumplía deseos, la arboleda que lo rodeaba se tornaba lúgubre y oscura. La gente comenzó a temer que a los pueblos circundantes les pasara lo mismo. Fue por ello que, un buen día, el camino a la fosa fue borrado, para mantenerla lejos de curiosos y aventureros. Conscientes de que quizá aquello no sería suficiente, los habitantes de uno de los pueblos enterraron el pozo, confiando así en que tal acción los mantendría a salvo, lejos de la maldición para siempre. El pozo solitario, aguardó en silencio. Sabía que, tarde o temprano, alguien habría de liberarlo.
Corría el año 2000 en ese pequeño pueblo, vivían 3 jóvenes se llamaban: Romueldo, Ulises y Hugo, ellos eran almas puras, de ojos brillosos y manos blancas; Romueldo era atrevido y gracioso, no le importaban los peligros, se aventuraba con todo y evitaba ser dramático, estaba ejercitado, aunque no se notara mucho, su cabello era negro, más oscuro que la noche y la creatividad. Hugo era poco animado, siempre pensaba en lo que podía ocurrir después de un suceso, su cuerpo empezaba a ser robusto, aunque no lo parecía cuando corría, le encantaba la naturaleza y el cine bélico, tenía una cicatriz en el hombro, que le quedaba bien con su cabello café resplandeciente, pues intentaba ser rudo. Ulises era alto y flaco, no le agradaban tanto los bosques y selvas, le daban miedo, por lo que no confiaba en personas raras, pero de vez en cuando se convencía en salir a tomar aire y liberar pensamientos; veía la tele seguido, pero también ocupaba su tiempo en actividades familiares, su cabello era amarillo, y la mayoría pensaba que era una flor de cempasúchil intensa, porque a veces lo traía revuelto.
En la escuela era común aventarse papelitos durante la clase, con la frase: — ¿A dónde iremos hoy? — porque les ganaban las ansias de conocer el mundo, ayudandoles a imaginar ser exploradores. Lo peor se presentaba, cuando el maestro de ciencias, con mirada intrigante, siempre los cachaba y los reprendía con trabajos de más. Un día, regresando Romueldo de la escuela, despidiéndose en el camino de unas personas, con una mueca feliz y apretada, recorrió hasta su casa, abrió la puerta y fue saludando a sus familiares, desesperadamente corrió a su cuarto. Sacó un bostezó — Aaaoooy — se acostó de golpe en la cama, cogió el libro de aventuras, con el que había tropezado un día antes y empezó a leer. Las páginas eran largas, pero los discursos cortos, Romueldo no leía ese tipo de libros, pero este en particular lo intrigaba. Pasó 10 minutos leyendo aquellas hojas viejas, que había encontrado en las afuera de su casa, oculto entre los escombros, halló una hoja doblada, sucia y amarilla, en donde vio lo que parecía un mapa. Se paralizó con aquel dibujo, leyendo en la parte trasera de la página, unas líneas de un llamado "Javier", quién explicaba que en Huichapan, había un bosque encantado y en su interior existía algo similar a un pozo, que otorga sueños o deseos.
Remarcada estaba la frase de aquella hoja "Algunos dirán que es el pozo de las pesadillas, pero para mí es EL POZO DE LOS DESEOS".
Romueldo se quedó sin palabras, pensó — ¿Podremos mis amigos y yo, ir a ese lugar? — gritando en su interior un sssiiiii, alzó los brazos y lanzó accidentalmente el libro, el cuál cayó del lado contrario.
Observó un separador que sobresalía con un escrito que decía: "Yo tu abuelo Javier, dejo en tus manos y te heredo a ti Romueldo este libro, toma las cosas con cuidado y pide los…. ahí se cortaba el mensaje. Asustado se levantó precipitadamente de la cama y confundido pensó en lo que podía haber terminado el texto.
Su rostro un poco pálido, se preguntó al instante — ¿Por qué mis padres no me habrán mencionado este tomo? y mi abuelo ¿Porque nunca me explicó de esto? —
Todas estas dudas se frenaron en su cerebro, intentó calmarse e investigar un poco más sobre este manuscrito, indagó a sus papas, ellos negaron a responderle, por desconocimiento, expusieron que era un tema de "ADULTOS", lo que le dio extrema curiosidad saber sobre el bosque.
Para informarse mejor, decidió que debía visitar físicamente el lugar; así que armó un plan que incluía a sus mejores amigos.
Llamó primero a su compañero Ulises, explicando en verlo mañana fuera del parque "Las casas verdes", (lo llamaban así, por el peculiar color de los árboles de Pirul y casas de adobe verde, cubiertas de musgos). Pidió Romueldo a Ulises que le transmitiera el mismo mensaje a Hugo.
Al día siguiente, preparó su pack de supervivencia, que era: Galletas que ya no servían, una tiendita para acampar, tres pares de sándwiches, una linterna, un sombrero, golosinas, dos botellas de agua y un papel de baño, (por si acaso). Bajó las escaleras con libro en mano, cabello despeinado y los dientes medio tallados. Mientras su mamá cortaba carne y su papá estaba lavando los trastes, salió apresurado y al momento de abrir la puerta, su mamá lo detuvo entrecruzando los brazos, preguntó — ¿A dónde vas con tanta prisa? — Romueldo quedó paralizado sudando de todo el cuerpo, se volteó lentamente fingiendo sonreír, pero no se le ocurría nada para decir, después indeciso —Voy al parque Ma, a hacer un proyecto con mis amigos — Aunque su mamá no estaba del todo confiada, gritó — No olvides venir antes de la comida — susurrando entre dientes (si es que puedes). El papá se despidió con un dedo arriba —Te quiero campeón — Romueldo satisfecho se despidió y salió disparado hacia su bicicleta.
Pedaleó fuerte entre las calles hasta llegar a la avenida del jardín Puerto San Luis, Hidalgo. Ahí aguardaban sus amigos esperándolo medio desesperados en un tronco, les platico la intrigante historia del libro, tratando de convencerlos de ir a investigar.
Ulises — Si es otra de tus fantasías locas, no cuentes conmigo — con un tono sarcástico, cerrando los ojos y girando la cabeza en círculos pequeños.
— No es cualquier fantasía, encontré el libro que describe el bosque encantado y está a sólo 570 mts. de aquí, además sino me ayudan, no se preocupen no me enojaré, solo quiero pasar más momentos mágicos y de aventura con mis amigos — terminando la frase con algo de tristeza respondió Romueldo.
Sus compañeros dijeron que harían lo que les había pedido, si juraba no volver a hacer nada aventurero. Así que bien listos, emprendieron su viaje hasta el bosque encantado, desconociendo aún si su aventura podría ser lo que ellos habían soñado….
Perdidos
Mientras caminaban por la vereda marcada en el mapa, encontraron un letrero de advertencia que decía: ALTO PROHIBIDO ENTRAR, SIN AUTORIZACIÓN NO PUEDE PASAR. ¡PELIGRO EXTREMO! Hugo tímido — ¿No estamos violando una ley criminal? — Romueldo muy seguro — Por supuesto que no, ese poste afirma que no podíamos entrar, pero por diversión, a veces es necesario no hacer caso — dando una palmada en la espalda a Ulises.
Los tres se sorprendieron un poco por el cartel, pero lo ignoraron siguiendo adelante en su pasaje. El bosque era tal como su abuelo lo había descrito, silencioso y oscuro por los árboles frondosos, además no tenía direcciones para caminar, era muy sombrío, las hojas de los pinos altos se enrojecían conforme la temporada de otoño estaba seca, rara vez se veía o escuchaban aves o pequeños insectos, el palpitar del agua se sentía más fría que un hielo, y si tocabas un soto de él volaban con el viento sus corolas. Recorrieron varios lugares según las indicaciones, hasta que encontraron lo que parecía un río somnoliento, ellos pensaron que se veía así aquel lugar, porque su rocío corría lentamente, y se preguntaron ¿Dónde estará el pozo?
Ulises dijo que no había nada y que la vuelta había sido en vano — Qué tal si nos regresamos, ya saben que le tengo miedo a lo DESCONOCIDO —
Con gesto risueño Romueldo explicó — Bueno, según mis coordenadas, creo que estas parado justó encima de el —
Ulises abrió lo más que pudo los ojos, con miedo miró hacia abajo y sin terminar, cayó repentinamente en un profundo hoyo oscuro y húmedo, con un olor extraño a rosas, a un lado se veía una silueta de lo que parecía una escalera vieja y maltratada.
— Pero que, Aaayyy mi cabecita — un poco mareado por la caída se sobaba los golpes, comentó a sus amigos entre chillidos — Oigan chicos, acá abajo hay un POZO —
Preocupado Hugo — Seguro que estas bien y no hay nada allá abajo, porque podríamos terminar muertos todos — Ulises firme de lo que estaba a su alrededor, pidió una linterna a Romueldo para iluminar todo el hueco y les avisó claramente — No hay nada aquí abajo, solo vengan por la escalera —
Ambos amigos, confiaron en sus palabras y saltaron hacia el pozo, observaron que era exacto como se describía en la imagen del libro, las paredes de colores grises aperlados no cambiaron con el tiempo, pues se veían relucientes como al principio, alrededor de él, flores de muchos matices que resaltaban y estaban tan suave como la piel de un conejo, las joyas continuaban allí intactas, lo único malo de la poza era que estaba cerrada, y no tenía ninguna entrada de llave o algo parecido.
Entonces a Romueldo se le ocurrió la idea de verificar la historia y buscar alguna pista, así que buscando encontró una palabra muy rara, que pensó que podía ser la correcta, la dijo en voz alta —— "Tlaxapotla Aticuihuayan" —— (palabra en náhuatl, que significa ábrete pozo)
Cuando terminó de decir esa oración se abrió el pozo inmediatamente, entonces de todas las flores que estaban alrededor, salieron volando cientos de capullos de colores, formando una gran figura, era el espíritu del pozo, que había despertado, salió una voz — Yo soy el Pozo de los Sueños, pidan cualquier deseo, se los concedo, no habrá riesgo alguno para ustedes — (Pero ellos no sabían el verdadero peligro en el que se estaban involucrando).
Ulises desconfiado — ¿No les parece extraño encontrar un espíritu, que nos diga que podemos elegir entre tantas cosas y no haya consecuencias? — Hugo y Ulises acercándose a Romueldo, murmuraron — ¿Qué tal si nos engaña y después nos hace algo malo? —
Romueldo ignorando sus palabras pidió el primer deseo — ¿Qué actitud tan extraña y negativa?, tengan calma chicos, no va a pasar nada — y sin pensarlo, pidió el primer deseo, un enorme pastel de 3 capas de cereza, chocolate y frambuesa, cubierto de fresas con mango y glaseado de magdalenas; como no habían podido comer sus sándwiches se le hizo lo más apropiado.
Al ver tal pastel, Hugo y Ulises olvidaron las advertencias que ellos mismos habían pensado, y dijeron a Hugo que pidiera su deseo rápidamente, comieron por completo el pastelillo porque estaban muy hambrientos.
El segundo fue Hugo, deseó nada más, que la nueva película Guerra en el Mar 2, la que estaba de moda y que no la había podido encontrar; el pozo inmediatamente concedió el sueño, apareció de pronto en sus manos la cinta deseada. Brinco de alegría recibiendo el regalo emocionado y lo guardo en su mochila; Ulises en cambio menos convencido, no pidió nada y obligó a sus amigos a regresar velozmente.
Durante la noche Ulises pensó mucho sobre lo que debía pedir, y en cuanto amaneció, se lanzó a marcarles diciéndoles, que él ya estaba en el parque, ya casi entrando al bosque, que ahí los vería, mensaje que dejó solo con sus mamás, ya que ellos aún se encontraban dormidos.
Romueldo preparándose, empacaba sus cosas para ir a su nuevo encuentro, cuando le dio un dolor tremendo de estómago, desconcertado pensó que no había comido nada, sólo el pastel del día anterior, inquieto le llamó a Hugo, preguntándole si tenía las mismas molestias, a lo que Hugo le respondió que sí, y explicó que revisando su mochila para ver la película que había pedido, está se convirtió en una simple tira de papel.
Sospecharon que el pozo los había engañado y que esto le podría pasar también a Ulises, corrieron a buscarlo rápidamente, porque presentían que estaba en gran peligro.
Llegaron a pasos apresurados al bosque, y desde lejos vieron a Ulises como se dirigía al pozo, Hugo desesperado levantando los brazos, le advirtió desde lejos que se alejara del túnel ahora mismo, pero ya era demasiado tarde, él había pedido el deseo e iba de regreso al pueblo. Ulises cansado, se sentó en una roca y se dijo a sí mismo, pegándose en las rodillas — Llegó la hora, recibiré lo que más necesitaba mi familia — Cuando por fin lograron acercarse a él, Hugo le cuestionó — ¿Qué deseo pediste? — Ulises nervioso respondió — Sólo pedí mucho dinero y oro — Romueldo con cara de espanto dijo — No se convirtió en lava o en otras cosas —
Ulises lo negó, ya con el oro y dinero, los cuáles desaparecieron repentinamente de sus manos — él confuso aún sin entender que pasaba, se levantó de golpe.
Súbitamente de la nada, salió de la caverna una gran bestia, que sobrevolaba cerca del pastizal con alas y garras grandes, de gigantes ojos verdes, piernas de águila y dientes muy pequeños pero afilados, de apariencia color negra aterradora.
Después un viento intenso envolvió todo el valle, Romueldo entrecerrando los ojos se cubrió con el antebrazo de la tormenta — Hay que hacer que vuelva al pozo esa bestia, ¿pero no sé cómo? —
Entonces el animal observó a Hugo e intentó tomarlo entre sus garras, muy asustado sin pensarlo más, encajo en su pata un pedazo de piedra que tenía en su pantalón. Desplomándose de golpe en el suelo un poco herido, a la vez que la bestia se dirigía rápidamente al pueblo.
Corrieron al principio del bosque, observando que la mitad de la comunidad, estaba casi en la destrucción, por el ataque aquella fiera.
Ulises disgustado — Hay alguna forma de que vuelva al hueco, esto es nuestra culpa — — Estoy tratando de pensar — pronunció ansioso Romueldo, dando vueltas de un lado a otro. Reviso el libro, buscando algo que ayudará, logró ver al final, una frase extraña rayada entre símbolos, y aunque no sabía si podía funcionar intentó hacer algo. —No estoy seguro de esto amigos, pero gritemos esta oración con todas sus fuerzas para ver qué sucede — Yolkatl tlalia pachova ipan atikuivayan semiak inik kaltsa — (significa en náhuatl: "Bestia quédate atrapada en el pozo por siempre y nunca vuelvas a casa").
Lo clamaron con todas sus ímpetus por varias ocasiones, hasta que bruscamente, una energía malévola se propagó en todo el pueblo, llevándose a la bestia entre sonidos agudos de vuelta al hoyo.
Terminado esto, el pueblo volvió a la normalidad, el cielo se tornó azul celeste, el viento dejo de soplar, el Bosque de los Sabinos se convirtió en un lugar hermoso, no más solitario, con árboles de hojas verdes, abundaban los animales que se paseaban entre sus prados y las flores resplandecían con su colorido, las calles de Huichapan, estaban por fin libres de males.
Los amigos finalmente al ver aquello, se tomaron de las manos en pacto, prometiendo no regresar al bosque, para no arriesgar a más personas y esconder el libro para nadie jamás pudiera encontrarlo.
Romueldo, Hugo e Ulises no volvieron a tocar el tema, partir de ese día, sin embargo siempre recordaban lo que habría pasado, si la ambición hubiera triunfado entre ellos.
Cuando regresaron a sus casas, casualmente hablaron de su aventura, en un tono no tan bajo, por lo que sus mamás escucharon la plática, después de escucharlos detenidamente, perturbadas comentaron que en Huichapan, jamás había existido ningún Pozo o un Bosque de Los Sabinos… |
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