Cuento*: | Un amor platónico Un día como hoy me topé con él por casualidad, nos encontramos en la librería, resulta que teníamos gustos similares y cuán historia romántica sacada de una novela, tomamos exactamente el mismo libro del estante y con un gesto cordial dijimos: "tómalo tú… No cómo crees, tómalo tú" … ¿Recuerdan… Cuelga tú? Tal cual, pero con un libro en la mano en lugar de un teléfono. Entonces quedé embelesada con su dulce e intensa mirada; él se alejó y sin percatarme que dejó el libro en mi mano. Al momento en que me dirigí a pagarlo la chica de la caja me dijo, con un gesto pícaro: "el muchacho ya lo canceló y le dejó esto". Era una nota que decía: "Tienes un excelente gusto, te espero a las 7 pm en el café de enfrente. August". Cómo poder resistirme a tal encanto. Recuerdo sus ojos verdes, los más hermosos que jamás había visto, con una mirada que transmitía tanto amor que empapaba mi alma. Era cálida, me hacía sentir en paz y una tranquilidad tan desmedida, como si nada más en el mundo importase. Presentía que era el amor de mi vida, les juro, tal mirada, tal sentimiento, era tan intenso que me aseguraba que así era. Y es que no solo era su mirada, su voz, la forma de expresarse, su lenguaje corporal cordial y al mismo tiempo coqueto, era caballeroso, servicial, tenía un porte elegante, su cuerpo y su rostro parecían esculpidos por el mismo Miguel Ángel. Empero, no fue sino hasta que realmente lo conocí, que comprobé que era el ser más sensacional que podría haberse cruzado en mi camino. Antes ya le había visto, pero solamente le admiraba desde lejos, lo que llaman "amor platónico", ese amor inalcanzable, idealizado e inmaterial, pero indeleble hacía una persona. Sin embargo, pensé, Platón definía el amor como conocer realmente a una persona, es decir, el amor a la belleza interna y, la verdad es que cuánta razón tenía Antoine de Saint-Exupéry cuando dijo "lo esencial es invisible a los ojos". Pues el amor más real es aquél que va más allá de lo imaginable, el amor que no se puede definir porque si lo haces lo limitas, el verdadero y magno amor no tiene límites ni figura. Ese era el amor que yo quería sentir y que él sintiera por mí. Así qué, pensé, ¿Y si es mi amor platónico?, pero ese que dijo Platón. Fue entonces que decidí ir a la cita. Llegó la hora, muy puntual el hombre en el café, estaba verdaderamente guapo, vestía un jean negro y camisa blanca y mientras me esperaba leía antología de Mario Benedetti, en cuanto llegue a la mesa, se ilumino mi rostro al ver su cautivadora mirada y le dije: - "Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos". Es uno de mis poemas favoritos. A lo que él me contestó: - "Tus ojos son mi conjuro, contra la mala jornada, te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro" También es uno de mis favoritos. Tomé asiento y le dije: - Soy Narell. Un placer coincidir contigo mi amor platónico. Hablamos durante un par de horas, conectamos al instante, como dos almas que estaban esperando con ansias locas para que el destino las uniera. Ahora, no tenía la menor duda de que era el amor de mi vida y me bastaba con lo poco que lo conocía, pues el sentimiento que emanaba de mi pecho era tan colosal como el vasto océano y esto me generaba tal seguridad, es que dicen que cuando lo sabes, lo sabes, y yo estaba convencida, era el inicio de una gran historia de amor que duraría esta vida y la siguiente. |
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