Cuento*: | - Bien, entonces háblame de él, ¿cómo era? - preguntó. Martha levantó la mirada y respondió sollozando: - Pues yo no sé mucho de él. Hace dos meses que se mudo aquí con su familia. Era callado y tímido, a veces podía tener una personalidad femenina o tal vez demasiado dulce - - ¿Femenino, dulce? Supongo que eso lo hizo el blanco perfecto de los bullys de tu clase, ¿no? - supuso. - Si, en realidad… yo era su única amiga. No puedo creer lo que le paso, era mi mejor amigo, un buen compañero y además muy inteligente y guapo - respondió con un poco más de tristeza que antes. El policía le miró con ternura y sonrió discretamente: - Gracias por tu cooperación, llegaremos hasta el final de este asunto - - Está bien - sin ánimo ella se levantó de la silla y caminó hacia la salida. - Pero antes... - exclamó el hombre que parado frente a la puerta la miró de una forma acusadora - ¿Sabes dónde están esos muchachos que lo molestaban? - - Sinceramente... no lo sé y ahora no me importa. Y si por alguna razón sospecha de mí, debe saber que aunque les pasara algo a ellos, nada lo traería de vuelta y yo no perdería mi tiempo en esos asesinos - respondió con un tono de molestia. - Claro, lo siento. Escuché... que tus padres te sacarán de la ciudad, ojalá eso sea beneficioso para ti, Martha - Ella asintió con la cabeza y salió de la sala de interrogación. Siguió su camino por toda la estación de policía hasta llegar a la salida. Cuando abrió la puerta se encontró con la cara abrumada de dolor y sufrimiento de Alicia, la hermana pequeña de su mejor amigo. - A... Alice, pequeña, ¿qué haces aquí? - - Soy Alicia, solamente Edgar me decía Alice, pero ahora nadie más debe hacerlo - respondió con nada más que lágrimas en los ojos. - Lo siento, yo también estoy muy triste por él. Era mi mejor amigo y además… era el chico que amaba, de hecho, en el festival de invierno… yo sospechaba que me pediría que saliéramos - dijo Martha. - ¿Festival de invierno? Creo que Osmar y los demás estarán ahí, molestando a los ancianos como lo hacen todos los años - - Avisaré a la policía. De igual manera yo no estaré aquí para esa fecha, mis padres me sacarán de la ciudad, piensan que puedo suicidarme o algo así - respondió sorprendida. - ¿Y qué hará la policía? No creo que lleguen a tiempo, igual avisaré a mi madre - dijo - Por cierto Martha, deberías ir a casa, Edgar tenía algo para ti y supongo que debes llevártelo - - Claro, iré mañana - terminó su oración para luego salir del lugar. Al día siguiente, por la mañana, Martha cumplió su promesa, y fue a la casa donde días antes había compartido risas y secretos con su amado amigo. Cuando llegó, Alicia estaba sentada en los escalones de la puerta de entrada, esperándola. - ¿Cómo sabías que llegaría a esta hora? - preguntó asombrada. - Una mujer tan enamorada como tú, no hace esperar al amor de su vida y tampoco pierde el tiempo si se trata de este - exclamó sonriéndole dulcemente. Después de saludarse y prepararse para no encontrar a Edgar, ambas entraron a la casa. - Aquí tengo muchos recuerdos con él, y lo siento porque sé que es tu hermano, pero lo amé con toda mi alma - explicó Martha mientras caminaba por toda la sala. - Lo sé, en un mes era su graduación de preparatoria. Aún era joven, y era mi única compañía - agregó la pequeña - Tú eres más joven, tienes apenas 15 años. Aún tienes a tu mamá, deberías cuidar de ella y de ti misma - respondió, mientras la abrazaba. Durante el momento conmovedor de llanto entre ambas chicas, una nota de la encargada de fiestas y reuniones sociales, entró por debajo de la puerta. Por detrás del hombro de su compañera, Alicia se dió cuenta de la pequeña hoja intrusa, se acercó, la recogió del suelo y leyó con atención. - Martha, el festival de invierno es mañana, estarán ellos obviamente - - Lo sé, lo sé. Pero no creo conveniente ir, Edgar acaba de morir y no quiero verlos - respondió molesta limpiando sus lágrimas. - Por favor, tú te irás en dos días, ¿no? - sujetó su brazo y le suplicó - Por favor, por favor. Hazlo por mí. Solo quiero comprobar que sean arrestados, y mi madre no se enterará, ella está encerrada en su habitación todo el día - La chica mayor suspiró, y asintió con la cabeza: - De acuerdo, ahora dime, que tenía Edgar para mí. Quiero ir a casa a dormir otras horas - Alicia subió al piso superior, revisó la habitación de su hermano y sacó una caja pequeña de madera. Antes de bajar la escalera, notó que la recámara de su madre estaba entreabierta, así que echó un vistazo. Y efectivamente, la mujer estaba totalmente dormida, con varios montones de pañuelos sucios y fotografías del difunto por todos lados. Incluso olía a brandy. Ella suspiró cuando vió la escena luego bajó la escalera, cuando llegó abajo: - Toma Martha, ahí dice tu nombre - exclamó. Martha lo abrió y había un par de sortijas de plata dentro, con los nombres de Edgar y Martha. Él quería desposarla, aún siendo tan jóvenes él quería darle una muestra del vínculo donde que quería formar para el futuro. De inmediato, la tristeza la invadió de nuevo. Corrió hacia la puerta desesperada y sollozando; dejando todo atrás, siguió su camino llorando y pensando en el "que hubiera pasado sí". Después de todo, ahora era un tanto viuda. Alicia cerró la puerta detrás de ella y subió a la habitación de su hermano, tomó un suéter que el usaba frecuentemente para abrazarlo con todas sus fuerzas. A la mañana siguiente, se corrió una noticia aterradora; Martha estaba desaparecida, solamente encontraron su mochila cerca de la escena del crimen donde murió Edgar. Dicho lugar se encontraba en medio de un campo de cosecha, un pozo un tanto profundo y oscuro, con solo un metro de agua. Él murió, por culpa de 5 chicos que lo arrojaron dentro, creyendo que ese pozo estaba vacío y que su víctima subiría por la escalera en poco tiempo. Al contrario de sus planes, el pozo se llenó rápidamente gracias a un sistema de riego automático y así exactamente a los 5 minutos que dejaron de arrojarle piedras, el pozo estaba a su máxima capacidad. Los padres de la ahora desaparecida estaban destrozados, pasaron todo el día dando vueltas por toda la ciudad buscándola. La noche fue lo único que encontraron. Sin embargo, la búsqueda no terminaría para una madre. Nunca lo hace. Mientras tanto, el festiva ya había dado comienzo y cómo la policía esperaba, estos 5 jóvenes asesinos estaban celebrando sin remordimiento. Toda la seguridad de la ciudad disponible al momento se movilizó también por ellos cinco. Este crimen habia sido el más estremecedor de su historia. Los representantes de la autoridad, asistieron al festival más famoso de la ciudad. Ellos también hicieron su búsqueda. Gracias a la información de toda la población asistente, supieron que estos jóvenes tenían un escondite cerca de la montaña. Cuando llegaron a la cabaña donde, según la información, se reunían diariamente. Al menos 8 de los 12 oficiales derribaron la puerta, pero al entrar, la escena que se encontraron era aterradora. En la habitación, estaba tiradas múltiples botellas de cerveza, algunas vacías otras derramándose aún. El olor a sangre, alcohol y cigarro formaban el olor más repulsivo que jamás habían presenciado. Pero la escena de este crimen sería aún más repugnante. A Osmar, el líder de ese grupo, le había sido cercenada la cabeza. A los otros 4 chicos, les hacían falta otras partes del cuerpo; entre brazos, piernas, tronco e incluso pies, todos estaban totalmente mutilados, con marcas de tortura, quemadura, ahogamiento y laceraciones. Inmediatamente, la policía creyó que todo fue obra de Martha, ella era la única que tenía absolutamente todos los motivos. Sin pruebas pero con toda la certeza, simplemete por la escena se dirigieron a su casa algunos oficiales. Los demás se quedaron en el lugar a asegurar el área. Cuando llegaron allá, nadie se encontraba en el inmueble, incluso el auto de los padres no estaba. Los policías, creyendo que ella realmente era una asesina, comenzaron a hacer una revisión excesiva por toda la vivienda. Mientras estos estaban inspeccionado todo y por todo lugar, la familia entró, con Martha desmayada y víctima de una hipotermia grave. La encontraron dormida sobre la tumba del difunto Edgar. - ¡¿Pero que rayos les pasa?! - gritó furioso el señor Agustín, el padre de Martha. - Señor, su hija es una sospechosa de homicido múltiple - una voz respondió de entre el cuarteto de oficiales. - Nuestra hija estaba apunto de morir mientras dormía en la tumba de un muchacho. Además mírela, cómo podría ella con este cuerpo tan débil y pequeño asesinar a 5 tipos, por favor, no diga más estupideces - volvió a responder pero con la voz aún más molesta. Los intrusos notaron su error al hacerla culpable con solo la intuición y declararon por fin inocente a la joven Martha. Inmediatamente, trataron de arreglar un poco el hogar que habían invadido, cómo con poner el sofá en su lugar o las especias de la cocina en su espacio original. Se disculparon con la familia, y llamaron un médico, pidieron que lo trajera la policía para que la atendiera lo más rápido posible. Después de todo ese drama, decidieron ir a la residencia del finado a dar la noticia sobre la muerte de los asesinos y que seguirán investigando quien fue el que acabo con la vida de las nuevas víctimas. Esa misma noche, se decidió enviar a un detective que tomaría el caso del homicido múltiple para dar la noticia a la familia de Edgar. Condujo hasta llegar al hogar mencionado, aunque notó que había una pequeña figura sentada inmóvil en los escalones de la entrada. De forma pacífica, se acercó y era la pequeña Alicia, sentada con la cara cubierta, asustada y llorando mientras repetía: "No, no es él". - Pequeña, linda, por favor dime qué te pasa, ¿estás bien? - preguntó. Pero ella no reaccionaba ni decía más que esa frase. Decidió cargarla y llevarla dentro de su casa, la puerta abrió fácilmente. No tenía seguro. Al entrar notó un olor peculiar, si era el alcohol que consumía la madre de familia, pero se percibía algo más. Dejó a la niña recostada en el sofá pequeño de la sala para después comenzar a seguir ese horrible hedor y descubrió que el origen estaba en el piso de arriba. Subió hacia la recámara de la madre pero estaba vacía. Caminando otro poco, se dió cuenta que la luz de la habitación de Edgar estaba encendida así que entró a la habitación. Y la respuesta estaba ahí. Era la demostración de amor y desesperación más grande y horrosa del mundo. La madre del joven Edgar estaba sentada tranquila tarareando una canción de cuna, con toda la ropa manchada de carmesí, en una silla mecedora muy cerca de la cama y sobre esta se encontraba un muñeco mal unido y cubierto con sábanas. Un muñeco hecho de las partes arrancadas de las víctimas anteriores acostado en la cama. Estas extremidades simulaban que Edgar aún estaba vivo, durmiendo tranquilo en su habitación. Ella no notaba que las partes aún se desangraban o que la cabeza cercenada estaba hinchándose un poco. "El amor de madre que se convirtió en locura"; era el título de los periódicos locales y pronto de los nacionales. Y es que el corazón de una madre es enorme y maravilloso, pero si es destrozado puede desatar la locura más perversa que los habitantes de esta ciudad recordarán por toda la eternidad. |
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