Publica Tu Cuento: Hay que despertar a Kiki

Nombre*:Miguel Espejo
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Género*:Infantil
Título*:Hay que despertar a Kiki
Cuento*:Los rayos del sol se asomaron por la llanura, despertando así a un somnoliento Kauri, el canguro. Al darse cuenta de que ocurría, Kangu se llenó de preocupación, pues notó que se hacía tarde para ir a la escuela; además que se había comprometido a despertar a su buen amigo, el koala Kiki. Rápidamente, el cangurito saltó de la cama y se dirigió hacia el cuarto de su mamá, a quien le dijo fervoroso:
-¡Mamá, mamá! ¡Ya salió el sol! ¡Hay que decirle a mi amigo Kiki que se hace tarde para ir a la escuela!
Mamá canguro se levantó de la cama, y al escuchar a su hijo, le dijo:
-¿Que se hace tarde para ir a la escuela? Pues no perdamos tiempo. Adelántate y yo iré con Don Caimán para que mande a alguien a despertarlo.
-Bueno.- Le dijo Kauri.
Mamá canguro salió de casa y brincó veloz hacia el kiosco de Don Kiri Caimán, quien se encontraba colgando unas revistas junto a su ayudante, el cerdo de siete kilos.
-¡Don Kiri, Don Kiri!- Le dijo ella. -Mi hijo Kauri le manda un mensaje. Dice que ya salió el sol, y hay que decirle a Kiki el koala que se hace tarde para ir a la escuela.
-¿Que se hace tarde para ir a la escuela?- Dijo Don Kiri. -No se preocupe, yo le mando el mensaje.
En el acto, Don Kiri se dirigió a su ayudante, el cerdo de siete kilos, y le dijo:
-Ve al Bosque del Koala hasta el árbol de Kiki. Dile que su amigo Kauri dijo a su madre que me pidiera enviarte a decir: ya salió el sol, y se hace tarde para ir a la escuela.
-Así lo haré.- Dijo este.
El ayudante de Don Kiri se alejó del kiosco y corrió decidido a cumplir su cometido. Corrió y corrió, pero sin darse cuenta tropezó con una roca y se revolcó sobre la tierra, lastimándose una pata en el proceso. Por suerte para él pasaba por ahí su buen amigo, el demonio de Tazmania, Kora, quien, al ver a su compañero en el suelo, le dijo:
-¡Compadre! ¿Qué le pasó? ¿Se encuentra, bien?
-¡No, compadre Kiko!- Chilló el cerdo de siete kilos. -Creo que necesito un médico. ¡Y en mala hora, porque tengo que entregar un mensaje urgente!
-¿Un mensaje? ¿Y para quién?
-Para Kiki el koala. Dice su amigo Kauri que le dijo a su madre que le pidiera a Don Kiri que me enviara a decir: ya salió el sol, y se hace tarde para ir a la escuela.
-¿Que se hace tarde para ir a la escuela?- Dijo Kora. -Pucha, compadre. Si quiere, yo llevo el mensaje y usted va al médico a que le vean esa pata.
-¿De verdad? Se lo agradecería un montón.
-Ningún problema.
Y girando como remolino, el demonio de Tazmania se encaminó rumbo al Bosque del Koala. Giró y giró por la llanura hasta que se topó con un río, el cual lo llevaba directo a su destino; pero en cuanto Kora puso una pata en aquellas aguas:
-¡Brrr! ¡Esta helada!- Se quejó.
En ese momento una cabeza se asomó hacia la superficie del cauce. Era Kolet, la pececita amiga de Kora.
-¡Compadre Kora! ¿Cómo se encuentra?- Exclamó ella.
-Así nomás, comadre.- Dijo él. -Con un mensaje para Kiki el koala, pero parece que tengo que cruzar este río.
-¿En serio? ¿Y qué mensaje, si se puede saber?
-Uno de parte de Kauri, el canguro. Dice que mandó a su mamá a pedirle a Don Kiri, para que dijera al cerdo de siete kilos, que a su vez me envió a decir: ya salió el sol, y se hace tarde para ir a la escuela.
-¿Que se hace tarde para ir a la escuela?- Dijo Kolet. -Bueno, si gusta, yo puedo nadar hasta el Bosque del Koala y decirle a Don Katu, el aguilucho, que vuele hasta el árbol de Kiki y le avise, ya que vive cerca de él.
-¿De verdad, comadre? Se lo agradezco mucho.
-Ningún problema.
Y dando una zambullida, Kolet nadó por el río hasta alcanzar el estero del Bosque del Koala. Una vez ahí, asomó su cabeza en frente de la rama más larga de uno de esos árboles, donde se levantaba el nido de su amigo, Don Katu.
-¡Don Katu, Don Katu!- Le dijo ella. -Necesito un favor.
El aguilucho batió sus alas y descendió de su nido. Luego se acercó a la orilla del río y le dijo a la pececita:
-¿Para qué soy bueno, comadre Kolet?
-Verá, Don Katu, vengo de parte de Kauri el canguro, que dijo a su madre que pidiera a Don Kiri enviar al cerdo de siete kilos, quien a su vez envió a Kora, el demonio de Tazmania, para pedirme que le dijera si acaso puede ir con Kiki el koala para decirle: ya salió el sol, y se hace tarde para ir a la escuela.
-¿Que se hace tarde para ir a la escuela?- Dijo el aguilucho. -Este niño otra vez se quedó dormido. Bueno, no se preocupe, comadre, que ahora mismo vuelo hasta su rama.
Don Katu batió sus alas, dio media vuelta y se adentró en el bosque. Llegó así a la rama de un inmenso eucalipto, donde un pequeño koala dormía plácidamente. El aguilucho posó sus garras a un extremo de esa rama, dando picotazos en ella para despertar a Kiki.
-Oye… Oye, Kiki, despierta.
-¿Eh? ¿Qué, qué, qué?- Resopló el koala, confuso.
-¿Cómo que qué?- Le dijo Don Kaiser. -Tengo un mensaje para ti. Es de parte de tu amigo Kauri, el canguro. Dice que le dijo a su madre que le dijera a Don Kiri, quien mandó al cerdo de siete kilos, que a su vez mandó a Kora, el demonio de Tazmania, a pedirle a Kolet, la pececita, que me enviara a decirte: ya salió el sol, y se hace tarde para ir a la escuela.
-¡¿Qué se hace tarde para ir a la escuela?!- Exclamó Kiki, enojado. -¡Pero si hoy es domingo! Dígale a Kiki que me despierte mañana, cuando sea LUNES.
Y dando la espalda a Don Katu, Kiki el koala se volvió a dormir.

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